miércoles, 10 de mayo de 2023

«¿Qué es la verdad?»




El gobernador de Judea, Poncio Pilato, le arrojó a Jesús esta misma pregunta cuando éste le fue presentado para ser juzgado como un malhechor. No obstante, Pilato no se quedó a oír la respuesta de Cristo (Juan 18;38).


En cierta ocasión, Stephen Covey (autor del éxito de librería Siete hábitos de la gente altamente efectiva), se presentó en un show televisivo. Pidió al auditorio que se encontraba en el set que realizara el siguiente ejercicio. Les dijo algo como esto: -Voy a pedirles que cierren sus ojos. Con sus ojos así y cuando yo les indique, cada uno de ustedes va a señalar hacia el norte. Van a mantener su dedo índice apuntando hacia el norte y conservarán los ojos cerrados. Cuando yo les indique, sin dejar de señalar, ustedes abrirán sus ojos. ¿Listos? ¡Ahora!-. 

Cuando los asistentes abrieron sus ojos y miraron a su alrededor, se dieron cuenta que cada persona presente estaba señalando hacia un lugar distinto. Hacia lo que cada uno de ellos creía, sentía, imaginaba o consideraba que era el norte. Es decir, cada quien eligió su «norte».


A continuación, Covey extrajo de su bolso una brújula y le dijo al auditorio que ese pequeño objeto, siempre, independientemente de cualquier sensación, imaginación, opinión, sentimiento o lo que fuere, apuntaba hacia el norte. Sin cambiar, sin modificarse, independientemente del lugar en donde estaban ubicados y del tiempo o cultura que lo usara.

¿A qué viene todo esto? Bueno. Nos encontramos en un ambiente cultural en donde se cree que cada persona puede elegir «su propio norte», «su propia verdad». «Esa es su verdad, respétala» o «Eso es verdad para ti, pero no para mí». «Nadie tiene la verdad absoluta, es solo cuestión de puntos de vista», oímos con frecuencia. De manera semejante a las personas que asistieron al show de Covey, cada persona, cuando se le pregunta «¿Qué es la verdad?» señala en dirección diferente. Hacia lo que cree, imagina, le han dicho o siente que es la verdad.

Pero, ¿es esto razonable? ¿Acaso basta con que usted opine que esa es «la verdad» para que así sea? ¿No le parece que, aunque usted sienta o crea o elija «su verdad», a semejanza de la brújula de Covey la verdad está ahí, estable, permanente, independiente, para que usted la descubra y por supuesto la siga?

Si es importante conocer la verdad en cada aspecto de la vida para tomar buenas decisiones (comprar una casa, elegir una carrera, casarse con determinada persona), cuánto más importante es conocer la verdad en materia espiritual para tomar decisiones adecuadas, que implican repercusiones eternas. Cuando sometemos a examen el concepto que el mundo posmoderno nos ofrece (esto es, que «No hay verdad absoluta, toda verdad es relativa»), vemos que sencillamente no pasa la prueba. La verdad, a semejanza de la brújula de Covey, es objetiva. Es decir, está fuera, más allá de nosotros, de nuestras sensaciones, sentimientos, ideas, opiniones, etc. Y también es absoluta. Es decir, es la misma verdad para todas las personas, en todo lugar y en toda época. ¿Que cómo llegamos a esta conclusión? Por favor acompáñenme. Hace algún tiempo presentamos el tema Qué es la verdad en el programa de radio En frecuencia con Jesús, y en él procuramos dar respuesta a esta pregunta que muchas personas se están haciendo cada vez más.




¿Cree usted, siente usted, imagina usted, le han dicho a usted que no hay verdad absoluta, que toda verdad es relativa? Y...¿está usted seguro que es así, o solo lo cree? ¿Se quedará usted a escuchar la respuesta a esta pregunta? ¿o reaccionará como Pilato en aquella ocasión?

Oprima el reproductor a continuación para escuchar la grabación en mp3:



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Recuerden: Creer es también pensar.

Saludos.