domingo, 4 de octubre de 2009

Cazadores de mitos


Ayer por la mañana disfrutamos mi hijo mayor y yo de un capítulo del popular programa en Discovery Channel "Mythbusters". En español, "Cazadores de mitos". Fue muy interesante ver cómo en este episodio los protagonistas sometieron a prueba el mito de escapes de la cárcel con sogas de diversos materiales. De manera que analizaron la resistencia de largas cuerdas, de 40 metros cada una, elaboradas con sábanas, cabello humano (por aquello de la historia de Rapunzel) y... ¡papel higiénico!

Otro de los mitos que fue sometido a prueba en el programa, fue aquel que disfrutamos en una de las películas de Indiana Jones, "La última cruzada". Cuando Indy y su padre escapan en una bimoto de sus captores y son perseguidos por un grupo de nazis en motocicletas, el arqueólogo inserta un barrote de madera en los rayos de la rueda delantera de uno de sus perseguidores. Esto ocasiona, según la película, que la moto así agredida, de varias vueltas en el aire deshaciéndose el arqueólogo del amenazante enemigo.

Bueno, después de deslizarse por las paredes de un edificio de una prisión con 40 metros de altura, probando cada vez la cuerda de sábanas, cabellos y papel higiénico, el equipo de producción de "Cazadores de mitos" demostró que, sorprendentemente, cada uno de estos materiales resisten la prueba (si no me lo creen, busquen el capítulo por allí en Internet o en la página de Discovery).

El mito que no pasó la prueba, es decir que resultó ser falso, es el de la moto nazi que da varias vueltas en el aire si es atascada por la barra de madera incrustada en su rueda delantera. Después de varios intentos en condiciones controladas en una carretera solitaria, varios artefactos previamente diseñados y un buen número de cámaras estratégicamente colocadas para tal efecto, vez tras vez el experimento falló. La motocicleta derrapa, el conductor pierde el equilibrio y sencillamente el vehículo se desploma. Pero sin dar vueltas en el aire.

Estos "Cazadores de mitos" utilizan laboratorios, bombas de aire comprimido, cámaras, rotores, y una buena cantidad de cálculos matemáticos y físicos para someter a prueba las historias que circulan por allí y que la gente de manera general acepta. El propósito del programa es mostrar de una manera divertida cómo algunas de estas historias comúnmente aceptadas por el gran público, resultan ser o bien verdaderas, o falsas.

Bien. Hay otra clase de "Cazadores de mitos". Pero éstos investigadores no usan laboratorios con herramientas como martillos, cables, poleas, bombas de presión, arneses, motocicletas. Sino que utilizan lápices, papel, escritorios, sillas, inscripciones, testigos históricos, libros, documentos muy antiguos, etc. Estos son cazadores de mitos históricos.

Hoy me propongo compartir con ustedes el análisis de tres mitos comúnmente aceptados en nuestra comunidad. Narraciones que, cuando fueron sometidas a las pruebas de los criterios históricos, resultaron ser falsas. Al considerar estos tres mitos les voy a pedir que tomen en cuenta lo siguiente: el hecho de que alguna historia haya sido enseñada por nuestros padres o antepasados de la manera más sincera y con la mejor de las voluntades, no lo hace verdad. Asimismo, el hecho de que una historia haya sido durante mucho tiempo creida por la mayoría o todas las personas, tampoco la hace verdad. Ejemplo de estas dos consideraciones podrían ser las creencias de nuestros antepasados en "la tierra plana", o el "éter como conductor de la luz" o el "universo eterno".

MITOS DESACREDITADOS
Estamos de acuerdo en que en un tiempo la mayoría de las personas, si es que no todas, creyeron que la tierra era plana. Los historiadores discrepan, es cierto, en la fecha en que algunos estrafalarios por ahí dieron en pensar que la tierra era redonda. Algunos dicen que la redondez de nuestro planeta fue descubierta antes de la era cristiana. Algunos otros dicen que esto fue descubierto ya bien entrada la edad media. Pero todos están de acuerdo en que hubo un tiempo en que se creyó por la totalidad de las personas, que el mundo era plano (click aquí).

Con relación al mito del éter como conductor de la luz, hubo una época en que también fue aceptado por todo el mundo, y aquí va incluida la comunidad científica. No parecía posible que las ondas de luz viajaran en el vacío. Así que debía estar propagándose a través de una (hipotética) sustancia material, el éter. Sin entrar en muchos detalles, un par de científicos (Michelson y Morley) pusieron a prueba esta creencia generalmente aceptada, dando como resultado que era falsa. (Click aquí).

Respecto a la creencia de que el universo es eterno, tenemos a Sir Fred Hoyle, destacado físico, el cual –entre otros- estaba convencido que el universo no tenía un principio, sino que siempre existió tal y como lo conocemos hoy. Bien, esta creencia fue totalmente refutada por la teoría del "Big Bang" o "gran explosión" y el descubrimiento de la radiación de fondo por varios científicos (click aquí). El resultado fue el conocimiento que ahora tenemos, de que el universo tuvo un origen. De allí se desprende que todo lo que existe tiene un "originador" lo cual apoya, debo decir, la creencia cristiana en el Dios de la Biblia.

Recordemos pues lo siguiente, el hecho de que una creencia sea sostenida por la mayoría o la totalidad de las personas, e incluso sea defendida por nuestros padres, antepasados o científicos bien acreditados, no lo hace necesariamente verdad. De manera que les invito a que estemos abiertos al análisis histórico.

LOS NIÑOS HEROES

Acabamos de ser testigos de la euforia patriótica en nuestro país que desencadenó el mes de septiembre. Este mes es muy especial para México ya que en él se recuerda la independencia de nuestra nación, así como algunas otras historias de tinte nacionalista. Entre estas historias se encuentra la de "Los Niños Héroes".

No pudimos menos que sonreír con ternura cuando mi hijo menor de cuatro años regresó del kinder hace un par de semanas. Con ojos bien abiertos, alta voz, brincos y mucha mímica, nos narró el valiente gesto que Juan Escutia tuvo al arrojarse al vacío después de arroparse con la bandera mexicana, evitando así que nuestro símbolo nacional cayera en manos de los invasores extranjeros.

Aunque hace ya algún tiempo había leído por ahí que tal historia tiene más de leyenda que de verdad, adquirí en estos días la revista Relatos e Historias en México (click aquí), cuyo cuerpo directivo y editorial está conformado por un buen número de estudiosos con maestrías y doctorados en historia, antropología y periodismo. En su número del mes de Septiembre leemos como título "Los Niños Héroes, una historia mal contada". En la página 44, el historiador y escritor Alejandro Rosas, (quien por cierto, escribe para la revista Letras Libres, opriman aquí para algunos de sus artículos), quien se ha dedicado a la divulgación histórica desde hace más de dos décadas, nos aclara por qué considera la historia de "Los Niños Héroes" una que ha sido mal contada. Entre otras cosas nos dice:

"En aras de la construcción del altar a la patria -a donde el sistema político mexicano del siglo XX llevó a sus héroes para legitimarse en el poder-, muchas se exageraron, otras se distorsionaron y no pocas fueron inventadas. El término "niños héroes" se convirtió en un sinónimo de amor a la patria y pureza cívica, revestido de cierto romanticismo cursi que terminó por empañar la reconstrucción objetiva del acontecimiento".

A lo largo del artículo, el señor Rosas utiliza las palabras mito y leyenda para describir la narración tan bien conocida de todos nosotros. El continúa diciéndonos:

"Escutia no murió por un salto ni envuelto en una bandera, cayó abatido a tiros junto con Francisco Márquez y Fernando Montes de Oca cuando intentaban replegarse hacia el jardín botánico. La bandera mexicana fue capturada por los estadounidenses y fue devuelta a México hasta el sexenio de José López Portillo".

¿Las razones para contar la historia de manera diferente? Políticas, por supuesto (no podían faltar). "... El gobierno decidió recurrir a la historia.", "El sistema político mexicano manipuló la historia ..." , nos dice el autor. El historiador termina el artículo diciéndonos que "Su desmitificación supone la reconstrucción paulatina del hecho,...".

Para disfrutar el artículo completo opriman aquí.

LA INDEPENDENCIA DE MEXICO

Otra de las creencias muy difundidas y creidas en nuestro querido país, es aquella que tiene que ver con nuestra independencia. Es muy manejada la idea de que el movimiento independentista fue uno solo (de los mexicanos contra los españoles) y con el único objetivo de liberar a los indígenas que estaban siendo explotados por los conquistadores europeos. Bueno, al parecer no fue tal como nos lo han enseñado desde antaño en nuestros libros oficiales de texto. Las evidencias históricas parecen indicar que el movimiento de independencia se llevó a cabo en por lo menos dos etapas o tiempos. Uno de ellos fue en 1810 y el otro en 1821, once años después. El primero de ellos no llegó a su culminación sino que fue apagado por las armas. El segundo, más que perseguir la liberación de los indígenas oprimidos, tenía por objeto liberarse de España ya que esta, debido a la presión del liberalismo, estaría pronto exigiendo a sus delegados en la Nueva España, que promovieran ideas de libertades y condiciones más igualitarias en la sociedad. Para los ricos españoles y algunos criollos que eran ya hacendados, amos y señores en tierras mexicanas, tales ideales liberalistas no convenían a sus intereses. Por tanto, ya no les era beneficioso depender de la corona española puesto que perseguían el objetivo de mantener sus privilegios y riquezas en el Nuevo Mundo, y no tanto liberar a los indígenas sus esclavos, como nos lo han hecho creer en la educación primaria y secundaria.

Los rebeldes al gobierno de España en 1810, criollos (hijos de padres españoles pero nacidos en tierras mexicanas), perseguían libertad, tolerancia, justicia social, y una mejor repartición del poder y de los privilegios que hasta entonces, sólo los españoles poseían. El movimiento separatista de 1821 (presentado por nuestra historia oficial como héroes independentistas) buscaba separarse de la corona española para conservar una sociedad jerarquizada, con clases sociales muy marcadas e intolerante. Nada que ver con lo que se nos ha enseñado clásicamente.

Mauro Rodríguez en su libro "Los 10 engaños al pueblo de México" nos dice, entre otras cosas:

"Fueron los antiguos enemigos de Hidalgo, Morelos y también de Guerrero, quienes de pronto comenzaron a defender la causa independentista. Sobre todo porque ya no les convenía tener relación de dependencia con el gobierno liberal español... ciertos criollos mexicanos, se cerraron a los aires de modernidad y pretendieron seguir con el antiguo estilo de vida, donde ellos estaban muy bien colocados como los incuestionables amos en todos los órdenes... La idea principal, que debe quedar muy clara, es que no es lo mismo el movimiento insurgente de Hidalgo y Morelos que aquel que consumó la independencia y cuyo protagonista fue Iturbide".

Más adelante continúa:

"La independencia era la manera de asegurarse de que si allá en España el monarca había aceptado limitaciones en el poder, ellos, los españoles y ciertos criollos mexicanos, acá no las aceptarían. Optaron pues por separarse políticamente de España. Tuvieron la habilidad de presentar la causa como justa y progresista, por ello tuvieron adeptos".

Los argumentos que llevan a tal conclusión están bien descritos en el capítulo dos del libro ya mencionado. Para tener acceso al texto completo, opriman aquí.

LAS APARICIONES GUADALUPANAS

Llegamos ahora al tratamiento del mito más creído por los mexicanos. Uno que es bebido con la leche materna. Espero que usted, amable lector, haya reflexionado sobre las dos advertencias que hice al inicio de esta entrada del blog: "El hecho de que alguna historia haya sido enseñada por nuestros padres o antepasados de la manera más sincera y con la mejor de las voluntades, no lo hace verdad. Asimismo, el hecho de que una historia haya sido durante mucho tiempo creida por la mayoría o todas las personas, tampoco la hace verdad". Y aquí es donde estas dos advertencias son fundamentales para tratar el tema que sigue.

Leí en algún lugar: "Amo a Platón pero prefiero la verdad" (click aquí). Esta frase se adjudica a Aristóteles, el más famoso de los alumnos del filósofo Platón. Es cierto, se conocen algunas variantes de ésta frase, pero el sentido es el siguiente: amo y respeto a mis maestros antepasados, incluídos mis propios padres. Pero es preferible seguir la verdad. La sabiduría de Salomón, expresada en nuestra Biblia, nos enseña lo siguiente en el libro de Proverbios 27;6: "Más digno de confianza es el amigo que hiere que el enemigo que besa". Permítame pues, paciente lector, ser por esta ocasión al tratar este tema, un amigo que hiere con la verdad y no un enemigo que besa con la mentira.

También la Biblia, a la vez que nos manda (no invita, ordena) que honremos a nuestros padres, nos enseña claramente que no debemos sacrificar nuestra fidelidad a Dios en el altar de la obediencia a ellos. Está primero Dios. "Si prefieren a su padre o a su madre más que a mí, o si prefieren a sus hijos o a sus hijas más que a mí, no merecen ser míos". (Mateo 10:37). La palabra de Dios nos da un ejemplo muy claro de esto en la historia de Gedeón. Gedeón fue uno de los muchos jueces (líderes militares) que el pueblo de Israel tuvo. Cuando le tocó el turno de liderar al pueblo de Dios, El Señor le pidió que en primer lugar fuese y derribase un altar que...¡su propio padre había levantado -contra la voluntad divina- a Moloc, una divinidad pagana! Leemos esto en (haga click sobre la cita) Jueces 6;25 . Y aunque este líder israelita lo hizo con temor y a escondidas, (oprima aquí para leer la historia completa) tuvo que obedecer a Dios aunque esto se opusiera a su padre en materia de religión. Así que, amigos, en este tema que hoy nos ocupa y en muchos otros, si deseamos ser verdaderamente fieles a Dios, en algunas ocasiones será necesario oponernos a nuestros antepasados, aunque con el mayor de los respetos.

Nací católico. Fui mariano. Mientras cursaba el primer año en la universidad, escuché a dos de mis profesores favoritos, el de psicología y el de antropología, referirse a las apariciones guadalupanas como un mito. Si bien es cierto que ello me molestó mucho, no pude sino quedarme callado ya que no tenía elementos para refutarles. Pasado un año aproximadamente después de este incidente, y habiendo ya escuchado el evangelio puro y sencillo tal y como lo predicaron los apóstoles, ahora por boca de mi profesor de estadísticas, experimenté una transformación espiritual profunda. Recibí a Cristo como mi Salvador y Señor. Empecé a leer la Biblia con creciente avidez. De esa etapa de mi vida conservo un buen número de textos bíblicos que a la fecha conozco de memoria. Estaba saturado de textos bíblicos. Y, como escribí en otra parte en este blog, no es que me hubieran venido a hablar mal de la virgen, sino que mas bien me intrigó e inquietó la ausencia de pasajes del Nuevo Testamento que le den importancia a la figura mariana. Mas bien las pocas referencias (alrededor de quince) que tratan de María, distan mucho de enseñarnos lo que la iglesia popular ha enseñado acerca de ella a lo largo de los siglos. El texto bíblico abunda (no solo en los evangelios sino también en las cartas apostólicas y en los sermones del libro de los Hechos de Los Apóstoles) en referencias a Jesús y su obra salvadora. Jesús es la figura central de la Salvación de la humanidad y no María como enseña el catolicismo. No hay absolutamente ninguna enseñanza ni práctica cúltica dirigida a esta figura femenina. La gran interrogante que me surgió de la lectura bíblica fue: ¿Por qué no se le rinde ningún tipo de culto o siquiera reconocimiento especial a María en todo el Nuevo Testamento, cuyo límite es el año 90 d.C. (que fue la fecha aproximada de escritura del libro de Apocalipsis, el último del Nuevo Testamento)? Más tarde, al investigar detalladamente, me daría cuenta que los primeros intentos de trato especial a la madre de Jesús aparecerían en el siglo...segundo! Esto es, cerca de 100 años después de la muerte del último apóstol. Las referencias iniciales a María en este sentido especial provienen del Protoevangelio de Santiago, un evangelio apócrifo (click aquí para leerlo). Los evangelios apócrifos y gnósticos son rechazados, por cierto, por la iglesia católica (click aquí). Como referencia, la novela "El código Da Vinci" está basada en algunos de ellos.

Derivado de lo anterior, me dediqué de manera especial -puedo decir que hace por lo menos dieciocho años, dos después de mi conversión-, a estudiar todo lo relacionado con mi anterior religión y especialmente con la figura mariana. De ahí el interés también en el tema tan cimentado en México sobre las apariciones de María en el cerro del Tepeyac en 1531. Fue en ese proceso de estudio en el que he podido hacer mías las palabras del erudito en historia colonial mexicana del siglo XVI, Don Joaquín García Icazbalceta, que escribiera en 1883: "En mi juventud creí, como todos los mexicanos, en la verdad del milagro: no recuerdo de dónde me vinieron las dudas, y para quitármelas acudí a las apologías: éstas convirtieron mis dudas en seguridad de la falsedad del hecho. Y no he sido el único...".

Joaquín García Icazbalceta no ha sido el único cazador de mitos (católico y mariano, que conste) que ha dudado y a partir de ahí demostrado que la historia es falsa. Antes que él, estuvo Juan Bautista Muñoz ("Memoria sobre las apariciones y el culto de Nuestra Señora de Guadalupe de México" escrito en 1794) y después de él han venido muchos más, de los cuales a la mayoría he leído y a otros consultado: Fray Servando Teresa de Mier con sus "Memorias"; Jacques Layafe con su "Quetzalcóatl y Guadalupe"; Edmundo O' Gorman con su "Destierro de sombras"; Xavier Noguez con su "Documentos Guadalupanos"; David A. Brading con su "La virgen de Guadalupe"; Richard Nebel con su "Santa María Tonantzin Virgen de Guadalupe" y "Ecos de la Quinta del Olvido" de Eduardo Sánchez Camacho (exobispo católico de Tamaulipas, cesado por no creer en las apariciones). También, además de los anteriores, cuento con los libros: "Tonantzin Guadalupe" de Miguel León Portilla; "Tepeyac. Cinco siglos de engaño" de Leoncio A. Garza-Valdés (en el que se comenta su análisis científico a la pintura y se publican documentos tan importantes como el testamento de Fray Juan de Zumárraga, entre otros) y con relación a la historicidad de Juan Diego "La búsqueda de Juan Diego" de Manuel Olimón Nolasco. Quiero hacer constar que todos estos libros mencionados han sido leídos y consultados por su servidor, pues afortunadamente cuento con ellos. Aunque algunos fueron muy difíciles de obtener, por razones obvias. Me he abstenido de enlistar a los autores protestantes, así que todos los antedichos son católicos y marianos (sacerdotes incluso), aunque algunos de ellos después de un gran conflicto interno (y después público) concluyeron que la historia es una leyenda piadosa.

El análisis de los argumentos presentados por los autores mencionados con anterioridad, ha llevado a escritores contemporáneos como Héctor Aguilar Camín (Revista Nexos) y a Carlos Marín ("Tercer Grado" en Televisa) a redactar artículos que han aparecido en revistas de circulación nacional. Para ver algunos opriman en los títulos a continuación:


Les invito a que opriman también en el reproductor a continuación para que escuchen en mp3 la presentación que del tema hicimos en el programa de radio "Diálogos de Vida Abundante". Esta presentación fue primordialmente basada en la "Carta acerca del origen de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe", de García Icazbalceta. Cuento con esta carta en dos tomos de distintas editoriales, la cual he transcrito para que puedan leerla. Esta investigación y la descripción de la ocasión en que fue producida después de un exhaustivo análisis histórico, aparecen detallados a continuación en PDF. Solo opriman aquí.



García Icazbalceta en su "Carta..", añadió a las palabras que ya antes cité las siguientes: "Por eso juzgo que es cosa muy delicada seguir defendiendo la historia". Alguien pudiera decir: "Pero, no hay problema en el hecho de que la gente crea en un mito como el de las apariciones marianas. Lo importante es que se tenga fe. Dios debe complacerse en eso." Permítame estar en desacuerdo con usted. A semejanza de Icazbalceta, creo que "es cosa muy delicada seguir defendiendo la historia" ya que en la enseñanza católico-romana María no solo ha sido puesta al nivel de Jesús, sino que ha sido exaltada sobre la figura de éste. Para el católico promedio María es "Nuestra Abogada", "Mediadora", "Esposa de Dios", "Corredentora", entre otras cosas. Sin embargo los apóstoles y primeros cristianos jamás la consideraron así. Más bien muchos de esos títulos le pertenecieron (y pertenecen por derecho propio a Nuestro Señor Jesucristo): "Nuestro abogado" (1 Juan 2;1), "Único mediador" (1 Timoteo 2;5), "Redentor" (Tito 2;14). La "Esposa de Dios" es la iglesia, esto es, la congregación de aquellos que aunque fuimos pecadores, hemos sido perdonados por la sangre de Cristo derramada en la cruz: 2 Corintios 11;2 y Apocalipsis 19;7. No es María.

Así pues, el mito fomenta el hecho de desviar la mirada de Jesús, quien es el único camino a Dios. No hay quien pueda salvarnos aparte de Él, como nos dejó dicho el mismo Cristo (Juan 14;6) y después San Pedro el apóstol (Hechos 4;11-12).

Con toda seguridad puedo decir que Dios no se complace en un culto así tampoco, puesto que él no acepta mezclas en su adoración, aunque dichas mezclas lleven el propósito o intención de "honrarle". La Biblia nos señala este principio en la historia del becerro de oro construído por Aarón, hermano de Moisés, al pie del Monte Sinaí. Hacer imágenes para usarlas en el culto, estaba terminantemente prohibido. El becerro de oro fue hecho con el propósito de "honrar a Dios", pero Dios no lo aceptó. (Vea la historia completa oprimiendo la cita bíblica Exodo 32;1-10, especialmente lea los versículos 5 y 10).

Le invito amable lector a que dé oídos no a leyendas religiosas que han sido desacreditadas por los "cazadores de mitos", sino solo a lo que los apóstoles enseñaron. No importa si esos mitos son creídos por una gran mayoría y sean enseñados por nuestros respetados (aunque a veces equivocados) padres (1 Pedro 1;18-19). Recuerde que no es eso lo que los hace verdad.

En el Nuevo Testamento encontramos el mandato de arrepentirnos (Hechos 17;30) y tener fe en Cristo (y no en nuestros propios méritos: Hechos 16;30-33) para ser salvos. La demostración pública de este arrepentimiento y confianza es el ser bautizados en el nombre de Jesucristo (Hechos 2;38). Cuando hacemos esto, hemos de tener la plena confianza de que Jesús no nos desechará, como enseñan algunos que promueven la necesidad de "una mediadora" y "corredentora". Sino que habrá de recibirnos con los brazos abiertos (Juan 6;37) y nos dará, por su poder, un nuevo corazón que haga las veces de trono del bendito Salvador.

En una futura entrada del blog estaré poniendo a su disposición varios artículos relacionados a este mismo tema. Por el momento recuerden:

"Creer es también pensar".

Saludos.