sábado, 9 de enero de 2010

Sobre los milagros



"Con frecuencia, la gente nos pregunta hoy en día si sería posible un cristianismo desprovisto...o 'liberado' de sus elementos milagrosos,...A mi modo de ver, la única religión del mundo...que no admite esa posibilidad es el cristianismo". C.S. Lewis (ex ateo).

Hace algunas semanas salí con mis hijos varones a un centro de diversiones ubicado en una popular plaza comercial aquí en la ciudad. Mientras los niños brincaban en un inflable enorme con forma de avión militar, y debido a que no podía entrar a hacer lo mismo con ellos, me entretuve jugando billar. La mesa estaba colocada frente al inflable donde mis hijos se divertían, así que tuve la oportunidad de, a la vez que los cuidaba, recordar las habilidades practicadas en mis tiempos de secundaria y preparatoria (mientras el resto de mis condiscípulos tomaba clases en la escuela). Mientras golpeaba una bola y otra para tratar de hacerlas entrar en las buchacas, decidí elaborar este post acerca de los milagros. "Pero, -pensarán ustedes-, ¿qué tiene que ver el billar con los milagros?". Lo veremos más adelante.

Soy cristiano. Creo en los milagros. Los he visto, experimentado. Quizá no con tanta frecuencia como desearía, pero a través de dos décadas me he topado de vez en vez con lo portentoso. Nada menos, hace unos pocos domingos, en una parte de nuestra reunión masiva hicimos oración a favor de los enfermos. Al terminar el evento pudimos ver a un pequeñito caminar -es verdad, de la mano de su madre- con regular seguridad. Este niño de aproximadamente unos cuatro años de edad, hasta antes de esa oración no se levantaba de su carreola debido a una enfermedad que le debilitaba y encorvaba las piernas. Minutos después, lo vimos flexionarlas rítmicamente al compás de los cantos de gratitud dirigidos a Dios por el grupo musical.

Me llama la atención el relato del evangelio de Juan respecto a Tomás, el apóstol. Cuando Jesús resucita, se aparece a todos los discípulos excepto a él. Cuando Tomás se reúne con sus compañeros, éstos le dan testimonio acerca del milagro, de la resurrección de Jesús. Sin embargo, nos dice el Nuevo Testamento, no recibe el testimonio de sus compañeros sino que solicita evidencia... ¿cómo podemos llamarla? ¿empírica? El caso es que el escéptico expresa: "...Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo podré creer." (Juan 20:25). Es sorprendente ver que Jesús, si bien es cierto que le llama la atención, accede a brindarle al dubitativo apóstol las evidencias que solicitaba.

Cuando leemos los diversos relatos de la resurrección en los distintos evangelios, notamos que la gran mayoría de los discípulos fueron escépticos en primera instancia al testimonio de otros - aunque estos otros hayan sido amigos muy cercanos y confiables- acerca de este gran milagro de Nuestro Señor. Hubo necesidad de apariciones personales del Jesús resucitado, para confirmar las narraciones testimoniales. El evangelio de Marcos 16;10-11 nos dice: "Ella [María Magdalena] fue y avisó a los que habían andado con Jesús, que estaban tristes y llorando. Estos, al oír que Jesús vivía y que ella lo había visto, no lo creyeron". (Corchetes y énfasis añadidos).

No sé cómo habríamos reaccionado usted y yo de haber estado en el lugar de estos discípulos que anduvieron con Jesús, escucharon de El la profecía acerca de Su resurrección y además escucharon el testimonio de labios de María Magdalena y no creyeron. Quizá usted estaría en una altura espiritual más elevada que ellos y no habría necesitado de evidencia adicional. Sencillamente le hubiese creído a María y a otros. Respecto mí, creo, hubiese actuado igual que ellos. En el versículo 13 del mismo capítulo que estoy citando, leemos: "Estos [los hombres dudosos del versículo 11, una vez que Jesús les hubo aparecido] fueron y avisaron a los demás; pero tampoco a ellos les creyeron". (Corchetes añadidos).

No publico este post para aquellos que hubiesen creído sólo por el testimonio. Lo dedico a aquellos que cual Tomás y algunos otros, requieren de evidencia adicional a la información testimonial. San Juan apóstol escribió: "Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida...eso les anunciamos". (1 Juan 1:1-3). Me hago eco pues hoy nuevamente, de las palabras de C.S. Lewis: "No pretendo atenuar el caráter milagroso de los milagros,...procuro dar respuesta a quienes los consideran arbitrarios, teatrales, indignos de Dios o violaciones sin sentido del orden natural".



Para nuestros amigos e invitados que sólo requieren del testimonio - bienaventurados ellos, de acuerdo a Jesús en Juan 20;29- proporciono en un post futuro una grabación acerca de este precioso tema de los milagros.

Bien. Respecto a este asunto surgen varias preguntas. Por ejemplo, ¿qué es un milagro? Filósofos como Baruc Spinoza, David Hume y Anthony Flew, han definido el milagro como una violación de las leyes naturales. Pero, ¿es esta una definición correcta? También surge la pregunta de si los milagros contradicen la ciencia o pueden demostrarse científicamente (hay personas que creen que si algo no puede ser demostrado científicamente, no es cierto. Me pregunto si pueden demostrar científicamente la existencia de Benito Juárez o Miguel Hidalgo, por ejemplo). Otras interrogantes relacionadas con el tema son, si los cristianos contamos con buenas razones para creer en los milagros y qué significado tienen éstos en la creencia cristiana.

Con objeto de procurar responder a estas preguntas, pongo a disposición de ustedes la siguiente entrevista en audio, en mp3 (en ella explico la relación con el billar).



Recuerden: "Creer es también pensar".