lunes, 28 de diciembre de 2009

Año nuevo, vida nueva


Hola, bienvenidos. Hoy por la mañana mientras me preparaba para ir al trabajo, estaba viendo la sección dirigida por Nicolás Alvarado Primero Cultura en el noticiario Primero Noticias. En ella nos invitaba a ver una de tres películas (o todas) que, en su opinión, bien pudieran inspirar nuestros propósitos y metas que para el año nuevo estemos ya diseñando. Estas son: Una historia violenta (2005), de David Cronenberg (New Line); Seconds (1966), de John Frankenheimer (Paramount); El día de la marmota (1993), de Harold Ramis (Sony).

Una de las cintas narra, nos decía Nicolás, la historia de un gatillero que deseando cambiar de vida cambia su nombre, lugar de residencia y profesión. Procura dedicarse de ahí en adelante a atender un negocio de comida. Sin embargo, su pasado lo persigue en la figura de un antiguo enemigo que le busca hasta encontrarle y le obliga a desplegar nuevamente sus habilidades homicidas, para sorpresa de todos sus clientes en el pequeño restaurante de su propiedad.

El segundo filme narra la historia de otro hombre que desea también cambiar de modo de vivir. Pero él no solo cambia su nombre, residencia y profesión. Cambia también de rostro.

La tercera película nos presenta la historia de un hombre que a diario vuelve a vivir la historia del día de ayer. Vez tras vez, este hombre se despierta viviendo nuevamente el día anterior y por supuesto, sabe ya qué evento sigue a cada cual en el transcurso de las horas. Resulta interesante ver, decía Nicolás, cómo este individuo primero se aprovecha para benificio personal del "conocimiento" que tiene sobre el decurso del día. Pero después considera la posibilidad de usarlo para tratar de enmendar sus errores.

Bien. El fin de un año e inicio de otro siempre nos inspiran al análisis y a los buenos propósitos. Es casi seguro que ustedes que leen estas líneas, ya hayan estado meditando en los aciertos y fallos que tuvieron en este año que termina; en aquellas cosas que pudieron (pudimos) hacer de una mejor manera.

¿Qué necesitamos para cumplir los buenos propósitos para este año que se avecina; para hacer mejor las cosas esta vez? ¿necesitamos acaso un nuevo nombre? ¿quizá una nueva ciudad donde vivir, o bien un nuevo rostro o un mismo día que se repita interminablemente hasta que logremos realizar de una mejor forma las cosas? No lo creo. Considero que lo que requerimos es...un nuevo corazón. Si nos mudáramos de ciudad, cambiáramos de nombre y profesión, o si fuera posible, gozáramos de un renovado mismo día cada vez, estoy seguro que, tarde o temprano, haríamos las cosas igual que como las hemos hecho en el pasado. ¿Por qué tanto pesimismo (dirán)? Bueno, es que si modificamos todas esas cosas, pero no cambiamos nuestras inclinaciones más profundas, nuestra forma de pensar, de sentir; nuestros objetivos y prioridades, nuestras metas y visiones; nuestra (en una palabra) personalidad toda, repetiremos a fin de cuentas los mismos fallos. Se requiere, creo, un cambio más profundo que uno de rostro (o apariencia), profesión o domicilio para hacer las cosas mejor esta vez. Se requiere un cambio de corazón. Un corazón nuevo. Una nueva personalidad. Una nueva vida, vida de lo alto.

Pero, ¿es posible? Sí, es posible. Es precisamente de eso de lo que se trata el cristianismo. De un cambio tan grande realizado por el poder de Dios, por el encuentro de nuestro espíritu con el Espíritu divino, que se considera a la persona transformada de tal manera por el amor y perdón celestiales como "una nueva criatura" en Cristo (2 Corintios 5;17-19).

Les invito respetuosamente a escuchar el mensaje en mp3: "La necesidad de un nuevo corazón", esperando les sea útil para este nuevo año. Solo opriman en el reproductor a continuación.



"Creer es también pensar".

Con aprecio, Enrique.