lunes, 28 de diciembre de 2009

Año nuevo, vida nueva


Hola, bienvenidos. Hoy por la mañana mientras me preparaba para ir al trabajo, estaba viendo la sección dirigida por Nicolás Alvarado Primero Cultura en el noticiario Primero Noticias. En ella nos invitaba a ver una de tres películas (o todas) que, en su opinión, bien pudieran inspirar nuestros propósitos y metas que para el año nuevo estemos ya diseñando. Estas son: Una historia violenta (2005), de David Cronenberg (New Line); Seconds (1966), de John Frankenheimer (Paramount); El día de la marmota (1993), de Harold Ramis (Sony).

Una de las cintas narra, nos decía Nicolás, la historia de un gatillero que deseando cambiar de vida cambia su nombre, lugar de residencia y profesión. Procura dedicarse de ahí en adelante a atender un negocio de comida. Sin embargo, su pasado lo persigue en la figura de un antiguo enemigo que le busca hasta encontrarle y le obliga a desplegar nuevamente sus habilidades homicidas, para sorpresa de todos sus clientes en el pequeño restaurante de su propiedad.

El segundo filme narra la historia de otro hombre que desea también cambiar de modo de vivir. Pero él no solo cambia su nombre, residencia y profesión. Cambia también de rostro.

La tercera película nos presenta la historia de un hombre que a diario vuelve a vivir la historia del día de ayer. Vez tras vez, este hombre se despierta viviendo nuevamente el día anterior y por supuesto, sabe ya qué evento sigue a cada cual en el transcurso de las horas. Resulta interesante ver, decía Nicolás, cómo este individuo primero se aprovecha para benificio personal del "conocimiento" que tiene sobre el decurso del día. Pero después considera la posibilidad de usarlo para tratar de enmendar sus errores.

Bien. El fin de un año e inicio de otro siempre nos inspiran al análisis y a los buenos propósitos. Es casi seguro que ustedes que leen estas líneas, ya hayan estado meditando en los aciertos y fallos que tuvieron en este año que termina; en aquellas cosas que pudieron (pudimos) hacer de una mejor manera.

¿Qué necesitamos para cumplir los buenos propósitos para este año que se avecina; para hacer mejor las cosas esta vez? ¿necesitamos acaso un nuevo nombre? ¿quizá una nueva ciudad donde vivir, o bien un nuevo rostro o un mismo día que se repita interminablemente hasta que logremos realizar de una mejor forma las cosas? No lo creo. Considero que lo que requerimos es...un nuevo corazón. Si nos mudáramos de ciudad, cambiáramos de nombre y profesión, o si fuera posible, gozáramos de un renovado mismo día cada vez, estoy seguro que, tarde o temprano, haríamos las cosas igual que como las hemos hecho en el pasado. ¿Por qué tanto pesimismo (dirán)? Bueno, es que si modificamos todas esas cosas, pero no cambiamos nuestras inclinaciones más profundas, nuestra forma de pensar, de sentir; nuestros objetivos y prioridades, nuestras metas y visiones; nuestra (en una palabra) personalidad toda, repetiremos a fin de cuentas los mismos fallos. Se requiere, creo, un cambio más profundo que uno de rostro (o apariencia), profesión o domicilio para hacer las cosas mejor esta vez. Se requiere un cambio de corazón. Un corazón nuevo. Una nueva personalidad. Una nueva vida, vida de lo alto.

Pero, ¿es posible? Sí, es posible. Es precisamente de eso de lo que se trata el cristianismo. De un cambio tan grande realizado por el poder de Dios, por el encuentro de nuestro espíritu con el Espíritu divino, que se considera a la persona transformada de tal manera por el amor y perdón celestiales como "una nueva criatura" en Cristo (2 Corintios 5;17-19).

Les invito respetuosamente a escuchar el mensaje en mp3: "La necesidad de un nuevo corazón", esperando les sea útil para este nuevo año. Solo opriman en el reproductor a continuación.



"Creer es también pensar".

Con aprecio, Enrique.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Qué es ser cristiano


-Hola hitleriano, ¿cómo estás?
-¿Perdón? ¿cómo dices?
-Ho-la hi-tle-ria-no, ¿có-mo es-tás?
-¿Hitleriano, dices?
-Sí, hitleriano. Dime una cosa...
-¿Qué cosa?
-¿Crees en Hitler?
-¿Que si creo en Hitler?
-¡Sí, eso mismo! ¿Crees en Hitler?
-Si te refieres a que conozco o sé que hubo un hombre llamado Adolfo Hitler, político alemán de origen austriaco, uno de los dictadores más poderosos del siglo XX y que llevó a Alemania, entre otros países a la segunda guerra mundial, entonces la respuesta es...sí.
-¿Lo ves? Entonces puedo llamarte hitleriano.
-¡Un momento! me parece que si lo que quieres decir por hitleriano es que comparto la visión del mundo que Hitler tuvo, es decir, que solo hay una raza superior que debe dominar a las demás y que gente que él consideraba "inferior" como la judía, debiera ser exterminada, entonces...¡nada tengo que ver con Hitler! Ni pienso como Hitler, ni tengo sus ideales, ni comparto sus métodos., ni...¡nada de nada! Por lo tanto, no me llames así. ¡Y menos delante de mis amigos Jacob ben Yeshua e Isaac ben Salomón, por favor!

Tan absurdo como pudiera a usted parecerle el diálogo anterior y el uso que en él se hace del adjetivo hitleriano, no debiera sorprenderle que algo similar suceda hoy día, pero no con el adjetivo hitleriano, sino con el adjetivo cristiano. Hay personas que se consideran cristianas por el sencillo hecho de que saben o conocen que en el siglo I hubo un hombre llamado Jesús, nacido en Belén aproximadamente en el año 8 antes de nuestra era, a quien se le aplicó el título Cristo (ungido), y es considerado por la tercera parte de la población mundial como Dios encarnado. O bien se consideran cristianas por no ser, digamos, musulmanes, budistas o hinduistas. Sin embargo, de la misma manera que es absurdo llamarle hitleriano a alguien por el sencillo hecho de conocer ciertos datos históricos sobre Hitler, debiera ser absurdo llamarle cristiano a alguien que conoce unos cuantos datos históricos sobre Jesucristo. Si el sentido común nos dice que no debe llamársele hitleriana a una persona que no comparte ni los ideales, ni la filosofía, ni las metas, ni la forma de vida o conducta de Hitler, ¿cómo pues puede llamársele cristiano a alguien que no comparte ni los ideales, ni la filosofía, ni las metas, ni la forma de vida o conducta de Jesucristo?

A muchos de los que me hacen favor de leer estas líneas les sorprendería saber que San Pablo enseñó que los cristianos (los que son de Cristo) han renunciado a conductas tales como la inmoralidad sexual, el ocultismo, la violencia, la embriaguez, entre otras muchas cosas.

Por favor, considere las palabras del apóstol:

Todo el mundo conoce la conducta de los que obedecen a sus malos deseos: No son fieles en el matrimonio, tienen relaciones sexuales prohibidas, muchos vicios y malos pensamientos. Adoran a dioses falsos, practican la brujería y odian a los demás. Se pelean unos con otros, son celosos y se enojan por todo. Son egoístas, discuten y causan divisiones. Son envidiosos, y hasta matan; se emborrachan, y en sus fiestas hacen locuras y muchas cosas malas. Les advierto, como ya lo había hecho antes, que los que hacen esto no formarán parte del reino de Dios. (Gálatas 5:19-21)

Pero enseguida dice de los cristianos:

Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos. (Gálatas 5:24)
Además, en consonancia con Cristo, San Pablo enseñó que los cristianos (los que están unidos a Cristo) han experimentado un cambio tan radical en su conducta, propósitos, sentimientos, carácter, que son considerados nuevas criaturas:
Por lo tanto, el que está unido a Cristo es una nueva persona. Las cosas viejas pasaron; se convirtieron en algo nuevo.
(2 Corintios 5:17)
Veamos ahora lo que dijo Jesús a este respecto de ser una nueva persona:
No te extrañes de que te diga: 'Todos tienen que nacer de nuevo.' (Juan 3:7)
¿Va usted notando que el significado de la palabra cristiano es muy distinto del que popularmente se le ha dado?

¿Qué es ser cristiano? Esa es la pregunta que procuramos responder en el programa de radio "Vida abundante" hace algún tiempo. ¿Por qué no nos acompaña a escucharlo, oprimiendo a continuación el reproductor mp3? Nadie más apropiado que Jesús mismo y sus apóstoles, discípulos inmediatos, para decirnos qué es ser cristiano.

¿Está usted seguro de ser cristiano? ¿Por qué?



Este tema, en video breve también:



Recuerden: "Creer es también pensar".

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Jesús, el invitado especial


Hola, bienvenidos. Casi todos recordamos la ocasión en que Jesús transformó agua en vino. Aunque no tengamos en mente todos los detalles de este primera manifestación pública del Señor, por lo menos eso sí recordamos. Jesús ha sido invitado a una fiesta de bodas. Esto nos dice, entre otras cosas, que es inteligente invitarle también en los momentos de alegría y no solo cuando nos encontramos en apuros. Por regla general la gente cree que el invitar a Jesús es solo para aquellos que tienen problemas con alguna adicción y poseen una personalidad que la sociedad consideraría..."mala", pero que eso no es cosa para las personas "bien". Aquellas que no padecen el ser parte de un hogar disfuncional, ni experimentan escasez económica, etc. Pero nó. El tener a Jesús en nuestra vida como un invitado especial, es también para esas personas que se consideran "bien".

Pronto la pareja de recién casados de nuestra historia, se enfrenta a un problema que los convertiría en motivo de broma durante un buen tiempo (según las costumbres de la época del Nuevo Testamento). El vino para los comensales se había terminado. Afortunadamente Jesús, el invitado especial, se encontraba ahí para brindar ayuda a este matrimonio en aprietos.

Bien, de este pasaje del evangelio de Juan partimos para presentar el mensaje "Jesús, el invitado especial" este pasado Viernes 17 de Noviembre en el programa de radio "En frecuencia con Jesús". Les invito para que opriman el reproductor a continuación, y escuchen la grabación del mismo en mp3:




Recuerden: "Creer es también pensar".

domingo, 4 de octubre de 2009

Cazadores de mitos


Ayer por la mañana disfrutamos mi hijo mayor y yo de un capítulo del popular programa en Discovery Channel "Mythbusters". En español, "Cazadores de mitos". Fue muy interesante ver cómo en este episodio los protagonistas sometieron a prueba el mito de escapes de la cárcel con sogas de diversos materiales. De manera que analizaron la resistencia de largas cuerdas, de 40 metros cada una, elaboradas con sábanas, cabello humano (por aquello de la historia de Rapunzel) y... ¡papel higiénico!

Otro de los mitos que fue sometido a prueba en el programa, fue aquel que disfrutamos en una de las películas de Indiana Jones, "La última cruzada". Cuando Indy y su padre escapan en una bimoto de sus captores y son perseguidos por un grupo de nazis en motocicletas, el arqueólogo inserta un barrote de madera en los rayos de la rueda delantera de uno de sus perseguidores. Esto ocasiona, según la película, que la moto así agredida, de varias vueltas en el aire deshaciéndose el arqueólogo del amenazante enemigo.

Bueno, después de deslizarse por las paredes de un edificio de una prisión con 40 metros de altura, probando cada vez la cuerda de sábanas, cabellos y papel higiénico, el equipo de producción de "Cazadores de mitos" demostró que, sorprendentemente, cada uno de estos materiales resisten la prueba (si no me lo creen, busquen el capítulo por allí en Internet o en la página de Discovery).

El mito que no pasó la prueba, es decir que resultó ser falso, es el de la moto nazi que da varias vueltas en el aire si es atascada por la barra de madera incrustada en su rueda delantera. Después de varios intentos en condiciones controladas en una carretera solitaria, varios artefactos previamente diseñados y un buen número de cámaras estratégicamente colocadas para tal efecto, vez tras vez el experimento falló. La motocicleta derrapa, el conductor pierde el equilibrio y sencillamente el vehículo se desploma. Pero sin dar vueltas en el aire.

Estos "Cazadores de mitos" utilizan laboratorios, bombas de aire comprimido, cámaras, rotores, y una buena cantidad de cálculos matemáticos y físicos para someter a prueba las historias que circulan por allí y que la gente de manera general acepta. El propósito del programa es mostrar de una manera divertida cómo algunas de estas historias comúnmente aceptadas por el gran público, resultan ser o bien verdaderas, o falsas.

Bien. Hay otra clase de "Cazadores de mitos". Pero éstos investigadores no usan laboratorios con herramientas como martillos, cables, poleas, bombas de presión, arneses, motocicletas. Sino que utilizan lápices, papel, escritorios, sillas, inscripciones, testigos históricos, libros, documentos muy antiguos, etc. Estos son cazadores de mitos históricos.

Hoy me propongo compartir con ustedes el análisis de tres mitos comúnmente aceptados en nuestra comunidad. Narraciones que, cuando fueron sometidas a las pruebas de los criterios históricos, resultaron ser falsas. Al considerar estos tres mitos les voy a pedir que tomen en cuenta lo siguiente: el hecho de que alguna historia haya sido enseñada por nuestros padres o antepasados de la manera más sincera y con la mejor de las voluntades, no lo hace verdad. Asimismo, el hecho de que una historia haya sido durante mucho tiempo creida por la mayoría o todas las personas, tampoco la hace verdad. Ejemplo de estas dos consideraciones podrían ser las creencias de nuestros antepasados en "la tierra plana", o el "éter como conductor de la luz" o el "universo eterno".

MITOS DESACREDITADOS
Estamos de acuerdo en que en un tiempo la mayoría de las personas, si es que no todas, creyeron que la tierra era plana. Los historiadores discrepan, es cierto, en la fecha en que algunos estrafalarios por ahí dieron en pensar que la tierra era redonda. Algunos dicen que la redondez de nuestro planeta fue descubierta antes de la era cristiana. Algunos otros dicen que esto fue descubierto ya bien entrada la edad media. Pero todos están de acuerdo en que hubo un tiempo en que se creyó por la totalidad de las personas, que el mundo era plano (click aquí).

Con relación al mito del éter como conductor de la luz, hubo una época en que también fue aceptado por todo el mundo, y aquí va incluida la comunidad científica. No parecía posible que las ondas de luz viajaran en el vacío. Así que debía estar propagándose a través de una (hipotética) sustancia material, el éter. Sin entrar en muchos detalles, un par de científicos (Michelson y Morley) pusieron a prueba esta creencia generalmente aceptada, dando como resultado que era falsa. (Click aquí).

Respecto a la creencia de que el universo es eterno, tenemos a Sir Fred Hoyle, destacado físico, el cual –entre otros- estaba convencido que el universo no tenía un principio, sino que siempre existió tal y como lo conocemos hoy. Bien, esta creencia fue totalmente refutada por la teoría del "Big Bang" o "gran explosión" y el descubrimiento de la radiación de fondo por varios científicos (click aquí). El resultado fue el conocimiento que ahora tenemos, de que el universo tuvo un origen. De allí se desprende que todo lo que existe tiene un "originador" lo cual apoya, debo decir, la creencia cristiana en el Dios de la Biblia.

Recordemos pues lo siguiente, el hecho de que una creencia sea sostenida por la mayoría o la totalidad de las personas, e incluso sea defendida por nuestros padres, antepasados o científicos bien acreditados, no lo hace necesariamente verdad. De manera que les invito a que estemos abiertos al análisis histórico.

LOS NIÑOS HEROES

Acabamos de ser testigos de la euforia patriótica en nuestro país que desencadenó el mes de septiembre. Este mes es muy especial para México ya que en él se recuerda la independencia de nuestra nación, así como algunas otras historias de tinte nacionalista. Entre estas historias se encuentra la de "Los Niños Héroes".

No pudimos menos que sonreír con ternura cuando mi hijo menor de cuatro años regresó del kinder hace un par de semanas. Con ojos bien abiertos, alta voz, brincos y mucha mímica, nos narró el valiente gesto que Juan Escutia tuvo al arrojarse al vacío después de arroparse con la bandera mexicana, evitando así que nuestro símbolo nacional cayera en manos de los invasores extranjeros.

Aunque hace ya algún tiempo había leído por ahí que tal historia tiene más de leyenda que de verdad, adquirí en estos días la revista Relatos e Historias en México (click aquí), cuyo cuerpo directivo y editorial está conformado por un buen número de estudiosos con maestrías y doctorados en historia, antropología y periodismo. En su número del mes de Septiembre leemos como título "Los Niños Héroes, una historia mal contada". En la página 44, el historiador y escritor Alejandro Rosas, (quien por cierto, escribe para la revista Letras Libres, opriman aquí para algunos de sus artículos), quien se ha dedicado a la divulgación histórica desde hace más de dos décadas, nos aclara por qué considera la historia de "Los Niños Héroes" una que ha sido mal contada. Entre otras cosas nos dice:

"En aras de la construcción del altar a la patria -a donde el sistema político mexicano del siglo XX llevó a sus héroes para legitimarse en el poder-, muchas se exageraron, otras se distorsionaron y no pocas fueron inventadas. El término "niños héroes" se convirtió en un sinónimo de amor a la patria y pureza cívica, revestido de cierto romanticismo cursi que terminó por empañar la reconstrucción objetiva del acontecimiento".

A lo largo del artículo, el señor Rosas utiliza las palabras mito y leyenda para describir la narración tan bien conocida de todos nosotros. El continúa diciéndonos:

"Escutia no murió por un salto ni envuelto en una bandera, cayó abatido a tiros junto con Francisco Márquez y Fernando Montes de Oca cuando intentaban replegarse hacia el jardín botánico. La bandera mexicana fue capturada por los estadounidenses y fue devuelta a México hasta el sexenio de José López Portillo".

¿Las razones para contar la historia de manera diferente? Políticas, por supuesto (no podían faltar). "... El gobierno decidió recurrir a la historia.", "El sistema político mexicano manipuló la historia ..." , nos dice el autor. El historiador termina el artículo diciéndonos que "Su desmitificación supone la reconstrucción paulatina del hecho,...".

Para disfrutar el artículo completo opriman aquí.

LA INDEPENDENCIA DE MEXICO

Otra de las creencias muy difundidas y creidas en nuestro querido país, es aquella que tiene que ver con nuestra independencia. Es muy manejada la idea de que el movimiento independentista fue uno solo (de los mexicanos contra los españoles) y con el único objetivo de liberar a los indígenas que estaban siendo explotados por los conquistadores europeos. Bueno, al parecer no fue tal como nos lo han enseñado desde antaño en nuestros libros oficiales de texto. Las evidencias históricas parecen indicar que el movimiento de independencia se llevó a cabo en por lo menos dos etapas o tiempos. Uno de ellos fue en 1810 y el otro en 1821, once años después. El primero de ellos no llegó a su culminación sino que fue apagado por las armas. El segundo, más que perseguir la liberación de los indígenas oprimidos, tenía por objeto liberarse de España ya que esta, debido a la presión del liberalismo, estaría pronto exigiendo a sus delegados en la Nueva España, que promovieran ideas de libertades y condiciones más igualitarias en la sociedad. Para los ricos españoles y algunos criollos que eran ya hacendados, amos y señores en tierras mexicanas, tales ideales liberalistas no convenían a sus intereses. Por tanto, ya no les era beneficioso depender de la corona española puesto que perseguían el objetivo de mantener sus privilegios y riquezas en el Nuevo Mundo, y no tanto liberar a los indígenas sus esclavos, como nos lo han hecho creer en la educación primaria y secundaria.

Los rebeldes al gobierno de España en 1810, criollos (hijos de padres españoles pero nacidos en tierras mexicanas), perseguían libertad, tolerancia, justicia social, y una mejor repartición del poder y de los privilegios que hasta entonces, sólo los españoles poseían. El movimiento separatista de 1821 (presentado por nuestra historia oficial como héroes independentistas) buscaba separarse de la corona española para conservar una sociedad jerarquizada, con clases sociales muy marcadas e intolerante. Nada que ver con lo que se nos ha enseñado clásicamente.

Mauro Rodríguez en su libro "Los 10 engaños al pueblo de México" nos dice, entre otras cosas:

"Fueron los antiguos enemigos de Hidalgo, Morelos y también de Guerrero, quienes de pronto comenzaron a defender la causa independentista. Sobre todo porque ya no les convenía tener relación de dependencia con el gobierno liberal español... ciertos criollos mexicanos, se cerraron a los aires de modernidad y pretendieron seguir con el antiguo estilo de vida, donde ellos estaban muy bien colocados como los incuestionables amos en todos los órdenes... La idea principal, que debe quedar muy clara, es que no es lo mismo el movimiento insurgente de Hidalgo y Morelos que aquel que consumó la independencia y cuyo protagonista fue Iturbide".

Más adelante continúa:

"La independencia era la manera de asegurarse de que si allá en España el monarca había aceptado limitaciones en el poder, ellos, los españoles y ciertos criollos mexicanos, acá no las aceptarían. Optaron pues por separarse políticamente de España. Tuvieron la habilidad de presentar la causa como justa y progresista, por ello tuvieron adeptos".

Los argumentos que llevan a tal conclusión están bien descritos en el capítulo dos del libro ya mencionado. Para tener acceso al texto completo, opriman aquí.

LAS APARICIONES GUADALUPANAS

Llegamos ahora al tratamiento del mito más creído por los mexicanos. Uno que es bebido con la leche materna. Espero que usted, amable lector, haya reflexionado sobre las dos advertencias que hice al inicio de esta entrada del blog: "El hecho de que alguna historia haya sido enseñada por nuestros padres o antepasados de la manera más sincera y con la mejor de las voluntades, no lo hace verdad. Asimismo, el hecho de que una historia haya sido durante mucho tiempo creida por la mayoría o todas las personas, tampoco la hace verdad". Y aquí es donde estas dos advertencias son fundamentales para tratar el tema que sigue.

Leí en algún lugar: "Amo a Platón pero prefiero la verdad" (click aquí). Esta frase se adjudica a Aristóteles, el más famoso de los alumnos del filósofo Platón. Es cierto, se conocen algunas variantes de ésta frase, pero el sentido es el siguiente: amo y respeto a mis maestros antepasados, incluídos mis propios padres. Pero es preferible seguir la verdad. La sabiduría de Salomón, expresada en nuestra Biblia, nos enseña lo siguiente en el libro de Proverbios 27;6: "Más digno de confianza es el amigo que hiere que el enemigo que besa". Permítame pues, paciente lector, ser por esta ocasión al tratar este tema, un amigo que hiere con la verdad y no un enemigo que besa con la mentira.

También la Biblia, a la vez que nos manda (no invita, ordena) que honremos a nuestros padres, nos enseña claramente que no debemos sacrificar nuestra fidelidad a Dios en el altar de la obediencia a ellos. Está primero Dios. "Si prefieren a su padre o a su madre más que a mí, o si prefieren a sus hijos o a sus hijas más que a mí, no merecen ser míos". (Mateo 10:37). La palabra de Dios nos da un ejemplo muy claro de esto en la historia de Gedeón. Gedeón fue uno de los muchos jueces (líderes militares) que el pueblo de Israel tuvo. Cuando le tocó el turno de liderar al pueblo de Dios, El Señor le pidió que en primer lugar fuese y derribase un altar que...¡su propio padre había levantado -contra la voluntad divina- a Moloc, una divinidad pagana! Leemos esto en (haga click sobre la cita) Jueces 6;25 . Y aunque este líder israelita lo hizo con temor y a escondidas, (oprima aquí para leer la historia completa) tuvo que obedecer a Dios aunque esto se opusiera a su padre en materia de religión. Así que, amigos, en este tema que hoy nos ocupa y en muchos otros, si deseamos ser verdaderamente fieles a Dios, en algunas ocasiones será necesario oponernos a nuestros antepasados, aunque con el mayor de los respetos.

Nací católico. Fui mariano. Mientras cursaba el primer año en la universidad, escuché a dos de mis profesores favoritos, el de psicología y el de antropología, referirse a las apariciones guadalupanas como un mito. Si bien es cierto que ello me molestó mucho, no pude sino quedarme callado ya que no tenía elementos para refutarles. Pasado un año aproximadamente después de este incidente, y habiendo ya escuchado el evangelio puro y sencillo tal y como lo predicaron los apóstoles, ahora por boca de mi profesor de estadísticas, experimenté una transformación espiritual profunda. Recibí a Cristo como mi Salvador y Señor. Empecé a leer la Biblia con creciente avidez. De esa etapa de mi vida conservo un buen número de textos bíblicos que a la fecha conozco de memoria. Estaba saturado de textos bíblicos. Y, como escribí en otra parte en este blog, no es que me hubieran venido a hablar mal de la virgen, sino que mas bien me intrigó e inquietó la ausencia de pasajes del Nuevo Testamento que le den importancia a la figura mariana. Mas bien las pocas referencias (alrededor de quince) que tratan de María, distan mucho de enseñarnos lo que la iglesia popular ha enseñado acerca de ella a lo largo de los siglos. El texto bíblico abunda (no solo en los evangelios sino también en las cartas apostólicas y en los sermones del libro de los Hechos de Los Apóstoles) en referencias a Jesús y su obra salvadora. Jesús es la figura central de la Salvación de la humanidad y no María como enseña el catolicismo. No hay absolutamente ninguna enseñanza ni práctica cúltica dirigida a esta figura femenina. La gran interrogante que me surgió de la lectura bíblica fue: ¿Por qué no se le rinde ningún tipo de culto o siquiera reconocimiento especial a María en todo el Nuevo Testamento, cuyo límite es el año 90 d.C. (que fue la fecha aproximada de escritura del libro de Apocalipsis, el último del Nuevo Testamento)? Más tarde, al investigar detalladamente, me daría cuenta que los primeros intentos de trato especial a la madre de Jesús aparecerían en el siglo...segundo! Esto es, cerca de 100 años después de la muerte del último apóstol. Las referencias iniciales a María en este sentido especial provienen del Protoevangelio de Santiago, un evangelio apócrifo (click aquí para leerlo). Los evangelios apócrifos y gnósticos son rechazados, por cierto, por la iglesia católica (click aquí). Como referencia, la novela "El código Da Vinci" está basada en algunos de ellos.

Derivado de lo anterior, me dediqué de manera especial -puedo decir que hace por lo menos dieciocho años, dos después de mi conversión-, a estudiar todo lo relacionado con mi anterior religión y especialmente con la figura mariana. De ahí el interés también en el tema tan cimentado en México sobre las apariciones de María en el cerro del Tepeyac en 1531. Fue en ese proceso de estudio en el que he podido hacer mías las palabras del erudito en historia colonial mexicana del siglo XVI, Don Joaquín García Icazbalceta, que escribiera en 1883: "En mi juventud creí, como todos los mexicanos, en la verdad del milagro: no recuerdo de dónde me vinieron las dudas, y para quitármelas acudí a las apologías: éstas convirtieron mis dudas en seguridad de la falsedad del hecho. Y no he sido el único...".

Joaquín García Icazbalceta no ha sido el único cazador de mitos (católico y mariano, que conste) que ha dudado y a partir de ahí demostrado que la historia es falsa. Antes que él, estuvo Juan Bautista Muñoz ("Memoria sobre las apariciones y el culto de Nuestra Señora de Guadalupe de México" escrito en 1794) y después de él han venido muchos más, de los cuales a la mayoría he leído y a otros consultado: Fray Servando Teresa de Mier con sus "Memorias"; Jacques Layafe con su "Quetzalcóatl y Guadalupe"; Edmundo O' Gorman con su "Destierro de sombras"; Xavier Noguez con su "Documentos Guadalupanos"; David A. Brading con su "La virgen de Guadalupe"; Richard Nebel con su "Santa María Tonantzin Virgen de Guadalupe" y "Ecos de la Quinta del Olvido" de Eduardo Sánchez Camacho (exobispo católico de Tamaulipas, cesado por no creer en las apariciones). También, además de los anteriores, cuento con los libros: "Tonantzin Guadalupe" de Miguel León Portilla; "Tepeyac. Cinco siglos de engaño" de Leoncio A. Garza-Valdés (en el que se comenta su análisis científico a la pintura y se publican documentos tan importantes como el testamento de Fray Juan de Zumárraga, entre otros) y con relación a la historicidad de Juan Diego "La búsqueda de Juan Diego" de Manuel Olimón Nolasco. Quiero hacer constar que todos estos libros mencionados han sido leídos y consultados por su servidor, pues afortunadamente cuento con ellos. Aunque algunos fueron muy difíciles de obtener, por razones obvias. Me he abstenido de enlistar a los autores protestantes, así que todos los antedichos son católicos y marianos (sacerdotes incluso), aunque algunos de ellos después de un gran conflicto interno (y después público) concluyeron que la historia es una leyenda piadosa.

El análisis de los argumentos presentados por los autores mencionados con anterioridad, ha llevado a escritores contemporáneos como Héctor Aguilar Camín (Revista Nexos) y a Carlos Marín ("Tercer Grado" en Televisa) a redactar artículos que han aparecido en revistas de circulación nacional. Para ver algunos opriman en los títulos a continuación:


Les invito a que opriman también en el reproductor a continuación para que escuchen en mp3 la presentación que del tema hicimos en el programa de radio "Diálogos de Vida Abundante". Esta presentación fue primordialmente basada en la "Carta acerca del origen de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe", de García Icazbalceta. Cuento con esta carta en dos tomos de distintas editoriales, la cual he transcrito para que puedan leerla. Esta investigación y la descripción de la ocasión en que fue producida después de un exhaustivo análisis histórico, aparecen detallados a continuación en PDF. Solo opriman aquí.



García Icazbalceta en su "Carta..", añadió a las palabras que ya antes cité las siguientes: "Por eso juzgo que es cosa muy delicada seguir defendiendo la historia". Alguien pudiera decir: "Pero, no hay problema en el hecho de que la gente crea en un mito como el de las apariciones marianas. Lo importante es que se tenga fe. Dios debe complacerse en eso." Permítame estar en desacuerdo con usted. A semejanza de Icazbalceta, creo que "es cosa muy delicada seguir defendiendo la historia" ya que en la enseñanza católico-romana María no solo ha sido puesta al nivel de Jesús, sino que ha sido exaltada sobre la figura de éste. Para el católico promedio María es "Nuestra Abogada", "Mediadora", "Esposa de Dios", "Corredentora", entre otras cosas. Sin embargo los apóstoles y primeros cristianos jamás la consideraron así. Más bien muchos de esos títulos le pertenecieron (y pertenecen por derecho propio a Nuestro Señor Jesucristo): "Nuestro abogado" (1 Juan 2;1), "Único mediador" (1 Timoteo 2;5), "Redentor" (Tito 2;14). La "Esposa de Dios" es la iglesia, esto es, la congregación de aquellos que aunque fuimos pecadores, hemos sido perdonados por la sangre de Cristo derramada en la cruz: 2 Corintios 11;2 y Apocalipsis 19;7. No es María.

Así pues, el mito fomenta el hecho de desviar la mirada de Jesús, quien es el único camino a Dios. No hay quien pueda salvarnos aparte de Él, como nos dejó dicho el mismo Cristo (Juan 14;6) y después San Pedro el apóstol (Hechos 4;11-12).

Con toda seguridad puedo decir que Dios no se complace en un culto así tampoco, puesto que él no acepta mezclas en su adoración, aunque dichas mezclas lleven el propósito o intención de "honrarle". La Biblia nos señala este principio en la historia del becerro de oro construído por Aarón, hermano de Moisés, al pie del Monte Sinaí. Hacer imágenes para usarlas en el culto, estaba terminantemente prohibido. El becerro de oro fue hecho con el propósito de "honrar a Dios", pero Dios no lo aceptó. (Vea la historia completa oprimiendo la cita bíblica Exodo 32;1-10, especialmente lea los versículos 5 y 10).

Le invito amable lector a que dé oídos no a leyendas religiosas que han sido desacreditadas por los "cazadores de mitos", sino solo a lo que los apóstoles enseñaron. No importa si esos mitos son creídos por una gran mayoría y sean enseñados por nuestros respetados (aunque a veces equivocados) padres (1 Pedro 1;18-19). Recuerde que no es eso lo que los hace verdad.

En el Nuevo Testamento encontramos el mandato de arrepentirnos (Hechos 17;30) y tener fe en Cristo (y no en nuestros propios méritos: Hechos 16;30-33) para ser salvos. La demostración pública de este arrepentimiento y confianza es el ser bautizados en el nombre de Jesucristo (Hechos 2;38). Cuando hacemos esto, hemos de tener la plena confianza de que Jesús no nos desechará, como enseñan algunos que promueven la necesidad de "una mediadora" y "corredentora". Sino que habrá de recibirnos con los brazos abiertos (Juan 6;37) y nos dará, por su poder, un nuevo corazón que haga las veces de trono del bendito Salvador.

En una futura entrada del blog estaré poniendo a su disposición varios artículos relacionados a este mismo tema. Por el momento recuerden:

"Creer es también pensar".

Saludos.

domingo, 20 de septiembre de 2009

La palabra del Reino



Hola. Bienvenidos. Comparto con ustedes el tema que recientemente presentamos en el programa de radio "En frecuencia con Jesús", este pasado Viernes 11 de Septiembre. Tuvo como asunto "La palabra del Reino". Nos basamos en la muy conocida Parábola del sembrador que predicó Jesús y que quedó registrada en el evangelio según Mateo capítulo 13;1-9 y que después fuera explicada por el mismo Cristo en Mateo 13;18-23 y Lucas 8;11-15.

En el mensaje encontramos cuatro reacciones ante la palabra del Reino, representadas por cuatro tipos de corazones (o terrenos): el corazón cerrado, el superficial, el distraído y por último el corazón sensible. Conviene que nos preguntemos: ¿qué tipo de corazón tengo? ¿y...usted? Investiguémoslo. Opriman en el reproductor a continuación:



Recuerden: "Creer es también pensar".

Saludos.

sábado, 12 de septiembre de 2009

El evangelio ante distintas audiencias


En el capítulo 17 del libro de los Hechos de los Apóstoles, encontramos distintos sermones predicados por un mismo evangelista, San Pablo. Es interesante analizar y reflexionar, aunque brevemente, sobre la forma en que el apóstol a los gentiles presenta el mensaje de Cristo en estas distintas oportunidades. Conviene que conversemos con el pasaje bíblico como lo haríamos con un amigo. Haciendole preguntas: ¿en dónde?, ¿a quiénes?, ¿cómo?, ¿basado en qué?, ¿qué resultados hubo?

Veamos el primer mensaje. Este aparece a partir del versículo uno. Pablo se encuentra en la ciudad de Tesalónica, la cual contaba con una sinagoga, lugar de reunión cultual de los judíos, así como también de gentiles que simpatizaban con la religión judía. El predicador se encuentra en el recinto judío de culto. Tanto sus compatriotas como aquellos asistentes que simpatizaban con la religión judaica, iban ahí a escuchar la recitación y lectura del Antiguo Testamento, como también a elevar oraciones y escuchar cánticos al Dios único. Había pues una audiencia afable (por lo menos al principio), bien dispuesta a escuchar a un rabino plenamente entrenado en la exposición de las Sagradas Escrituras del antiguo pacto. Es por esto que Pablo toma como partida, y basa la exposición de su mensaje, en los rollos de La Ley, Los Profetas y Los Salmos (la triple división en que el pueblo judío conocía las escrituras antiguas). Esto lo encontramos en el versículo tres.

Ahora bien. San Pablo utiliza estos pasajes escriturales para interpretarlos de manera cristocéntrica, como también podemos advertir en el versículo tres. Como resultado observamos que algunos (entiendase judíos) creyeron, "griegos piadosos" en gran número y también muchas mujeres nobles. En suma, un predicador cristiano presenta su mensaje en la sinagoga, ante una audiencia afable y dispuesta que tiene un buen nivel de confianza en las escrituras veterotestamentarias como autoritativas. Lo hace "discutiendo", "declarando y exponiendo" dichas escrituras con una interpretación cristiana, y tiene como resultado muchas conversiones.

En la predicación en Berea (vv.10-12) prácticamente el evangelista encuentra el mismo escenario y circunstancias que en la ciudad de Tesalónica. Ingresa en la sinagoga (v.10), se encuentra con una audiencia judía en su mayoría (v.10), que está todavía más dispuesta que la audiencia Tesalonicense. Este auditorio, después de escuchar al predicador, filtra todo su mensaje a través del análisis escritural (v.11b). ¡Excelente actitud! ¿Resultado? Muchos convertidos, entre los cuales se encontraban mujeres griegas de distinción así como también muchos hombres (entiendase griegos simpatizantes de la religión judía, que se encontraban en el proceso de conversión al judaísmo). Un panorama prácticamente idéntico al encontrado en Tesalónica.

En el primer sermón en Atenas (v.7a), podemos asumir en base a los dos ejemplos anteriores, que Pablo encuentra el mismo ambiente y auditorio que en los dos anteriores. Sabemos que la estrategia evangelística Paulina en cada ciudad visitada, era tomar como primer peldaño del establecimiento de una misión, o bien como trampolín, la visita y presentación del evangelio en la sinagoga judía. En ella, como hemos visto, encontraba una audiencia inicialmente afable y receptiva ante la predicación escritural presentada por un fariseo como él. Una vez que los oyentes escuchaban la aplicación de las escrituras del antiguo testamento con un carácter cristocéntrico y se definían a favor o en contra de ella, Saulo encaraba grandes problemas, violencia física, el rechazo y la expulsión de aquel centro de culto judío (vv.5-10). Sin embargo, con la audiencia que había aceptado la predicación cristiana y se había convertido, el evangelista pasaba a hospedarse en casas o algunos otros recintos particulares, en los cuales trabajaba para la edificación y crecimiento de las iglesias nacientes (Hechos 19;9).



Ahora pasemos al análisis de los siguientes sermones evangelísticos (vv.7b-31). Aquí es donde se pone más que interesante el asunto, por la diferencia de circunstancias en las cuales el mismo predicador tiene que publicar algunos de sus siguientes mensajes.

San Pablo se encuentra ahora en Atenas, Grecia. Dicha ciudad había visto mejores tiempos anteriormente. En la fecha en que Pablo se encuentra ahí (inicialmente no era su propósito predicar, sólo esperar a sus compañeros de ministerio), Atenas era una de las ciudades más pobres del Imperio Romano. Había poca población, aunque conservaba algo de su antigua gloria. Famosa por sus templos a las divinidades paganas, lo era más por sus escritores y filósofos (Sócrates, Platón, Aristófanes, Eurípides y otros).

En Atenas pues, la sinagoga judía no fue el único foro en el que Pablo predicó. El no se limitó en su preocupación evangelística sólo a aquellos que tenían actitud favorable a las sagradas escrituras del antiguo testamento. Como buen cristiano y honrando su ministerio a los gentiles, su espíritu se enardece al ver la ciudad entregada a la idolatría y derrama su corazón también por aquellos que no le han escuchado en la sinagoga. El no se limita a enternecerse y preocuparse por una sola clase de oyentes. Le interesan también las almas eternas de los demás, aquellos que tienen una actitud muy distinta a la audiencia dispuesta y amable que encontró en los primeros días de predicación en la sinagoga. Sabe que el mensaje del evangelio debe llegar a todo el mundo, a todas las naciones, a todas las personas, de todos los trasfondos culturales, como lo dejó dicho nuestro Señor en "La Gran Comisión". Por cuanto todos somos pecadores, todos necesitamos desesperadamente escuchar las buenas nuevas. Y los filósofos Estoicos y Epicureos (v.18), entre otros, que encuentra en la plaza (no ya en el templo, ni en el púlpito de las sinagoga, sino en la plaza, en el "ir y venir" de la vida diaria), también son pecadores necesitados de la redención en Cristo, la cual es presentada por el evangelio. De manera que Pablo se hace presente con su predicación también ante esta tan distinta audiencia en tan diferente lugar.

No tiene ahora Pablo ante sí una audiencia dispuesta, sino una audiencia adversa, una audiencia hostil (v.18). No es una que tenga por lo menos un poco de fe en las escrituras del antiguo testamento como la palabra del Dios único. No. Se encuentra ante oyentes de un tipo muy diferente a aquellos con los que se topó dentro de las sinagogas. Es "la crema y nata" de los pensadores de aquella ciudad. Pero aunque sabios y "cultos", también son pecadores paganos, y necesitados de redención. Por ellos Cristo murió también y asi se los hace saber al predicarles "el evangelio de Jesús, y de la resurrección" (v.18). ¡Qué maravillosa preocupación la de Pablo! La Biblia en Lenguaje Sencillo nos dice que él, de su misma pluma escribió para otra congregación:

"Tengo que anunciar esta buena noticia a todo el mundo, no importa que sepan mucho o no sepan nada, ni que sean humildes o importantes. Por eso tengo tantos deseos de ir a Roma. La buena noticia es poderosa..." (Romanos 1:14)

Pablo reacciona de manera distinta en la segunda parte de su mensaje. Y digo segunda parte, ya que tuvo que retomar lo que inició en la plaza, cuando es trasladado al Areópago desde el lugar público en donde lo principió. La colina de Ares (Areópago) era el sitio donde se reunía el tribunal de la ciudad. Al parecer, lo que había en aquella audiencia era una especie de curiosidad irrespetuosa, más que un deseo de analizar judicialmente al mensajero (v.19).



En el segundo sermón ante los filósofos, vemos que el hombre de Tarso utiliza una base distinta y un procedimiento diferente para dirigirse a estos oyentes, aunque persiguiendo el mismo resultado, la conversión de las almas.

Hace algunos años vi una película titulada "Pedro y Pablo" que era estelarizada por Anthony Hopkins en el papel de San Pablo. Cuando llega a la escena de la predicación en el Areópago, vemos a un apóstol iracundo gritando mientras señala a los altares griegos: "¡Idolos, ídolos!". Pero no es eso lo que dice la escritura. En primer término Pablo inicia su sermón con unas palabras de elogio a sus oyentes (vv.22-23). El historiador Justo L. González nos dice que esta forma de introducir el sermón se llamaba en aquellos tiempos "captatio benevolentiae". No ataca en este momento a sus ídolos, sino que se acerca a sus oyentes diciéndoles que son "muy religiosos". Aunque enseguida de manera sutil les hace saber que ellos, aunque se creen muy sabios, adoran (tienen un altar también) al "Dios no conocido". Es decir, ignoran algo.

Aunque no abre ante su auditorio un rollo del Antiguo Testamento como seguramente lo hizo en las sinagogas, no deja por ello de citar de manera no textual a Isaías 42;5 en el versículo 24.

Enseguida cita en su predicación a... ¡un poeta y a dos filósofos grecorromanos! En la frase sermonaria: "Porque en él vivimos, y nos movemos y somos", cita a Epiménides de Creta . Y en la sentencia: "Porque linaje suyo somos" cita a los filósofos estoicos (recordemos que le predicaba a la escuela estoica) Cleantes y Arato. No faltan incluso comentaristas que han visto en este discurso, referencias al décimo libro de "La República" de Platón, en la que este pensador griego menciona al gran Arquitecto del universo "que hace todas las cosas que nacen del suelo y da vida a todos los seres vivientes".

¿Que dónde aprendería Pablo poesía y filosofía grecolatina? No lo sabemos con certeza. Pero en lo personal no creo (y en esto coincido con John Pollock, uno de los biógrafos de Pablo), que lo haya hecho mientras era un fariseo más que celoso de la ley mosaica (Filipenses 3;4-6) y un aplicado discípulo a los pies de uno de los mas famosos rabinos de Jerusalén, Gamaliel (Hechos 22;3). Esto para él hubiese sido en esa época una pérdida de tiempo, si es que no una especie de blasfemia. Es más que posible y probable que lo haya hecho siendo ya cristiano, durante los años (tres, en una primera instancia y alrededor de diez en una segunda, en los que casi nada se sabe de Pablo) en que, poco después de convertido regresó a Tarso, su ciudad natal, y transitó por varios lugares de Arabia antes de presentarse a los apóstoles de manera "oficial" (Hechos 9;18-30 y Gálatas 1;15-2;1).

Y es que Tarso, la ciudad en que el apóstol a los gentiles nació, era una Ciudad principal de Cilicia, la parte sudeste de Asia Menor. El Imperio Romano comenzó a penetrar en Cilicia en el 104 a.C. y cuando la convirtieron en provincia romana, Tarso fue la capital (64–63 a.C.). De este tiempo data la ciudadanía romana de los judíos residentes allí. Un filósofo de nombre Estrabo, cerca del año 19 a.C., habla del entusiasmo de sus habitantes por la filosofía. Así era Tarso cuando Pablo nació: una fusión de influencias orientales y grecorromanas. Se considera que esta ciudad universitaria, amante del estudio, tuvo que ejercer una fuerte influencia sobre aquel a quien Dios designó como su mensajero al mundo no judío. Considero que ese conocimiento que Pablo obtuvo, era una parte de las herramientas que, como predicador al mundo gentil, le habrían de ser de utilidad en ocasiones como esta, ante audiencias del tipo aquí descritas.

Es muy interesante además notar, que si bien es cierto que San Pablo utilizó muchas veces su testimonio al predicar, al menos en esta ocasión no fue así. Y es que los filósofos ante quienes hablaba, representaban los guardianes de la ética en Atenas. Para los Estoicos “lo bueno” era vivir de acuerdo con la razón y no dejarse vencer por las pasiones. Para algunos Epicureos lo importante era huir de todo aquello que provocaba tensión. De ahí que a veces acostumbraban negarse a placeres que les causaran alguna adicción.

Por lo anterior, es probable que el apóstol estuviera ante gente a la que nuestra sociedad hoy consideraría “buena” (aunque nosotros sabemos que solo Dios es bueno). Así que cabe la posibilidad que Pablo no incluyera en este mensaje su testimonio, considerando que sería más útil incluir temas de la propia cultural de sus oyentes, para después presentar el evangelio de Cristo.

Pero no se limita el mensajero evangélico a citar la filosofía y poesía a su auditorio, sino que apuntala su sermón con los temas que todo mensaje cristiano debe tener en su parte central: el arrepentimiento, el juicio de Dios por el pecado y la resurrección del Cristo crucificado (vv.30-31). ¿El resultado? Una audiencia dividida, como cuando predicaba en la sinagoga. Con burlas y desprecio como en la sinagoga(v.32), pero con conversiones también (v.34). Uno de los miembros del tribunal que lo escuchó, Dionisio (quien según la tradición llegó a ser el primer pastor de iglesia Ateniense), y además de él Dámaris y algunos otros se entregaron a Cristo. Este es el sublime propósito que debe perseguir toda presentación del evangelio, independientemente del lugar y del tipo de audiencia: almas para Cristo. Y en este caso así fue también. Quienes juzgan que estos números son pocos para hablar de conversiones, bien harían en revisar Hechos 8;26-39, relato en el que encontramos al Espíritu dirigiendo a Felipe a evangelizar y bautizar a un solo hombre.




De todo lo anterior yo aprendo lo siguiente: tenemos ante nosotros como cristianos, la comisión de compartir el evangelio ante varios tipos de audiencias. Un tipo la encontramos en nuestros templos, en los hogares, en los grupos de estudio bíblico semanales. Ahí tenemos oyentes afables, dispuestos, abiertos, receptivos a nuestro mensaje. Son personas sencillas, benditas sean, que ya poseen por lo menos un nivel básico de fe y confianza en la Biblia como la palabra de Dios. Ante ellas hemos de comunicarnos con solo la Biblia en la mano, ya que no tendremos necesidad de algo más. Bueno, quizá alguna anécdota o historia útiles para ilustrar y darle vida e interés al mensaje bíblico que expongamos. Pero ante ellos no hay mayor necesidad de acudir a argumentos ajenos a la Biblia. Solo a la bendita palabra de Dios. Ellos representan a los tesalonicenses, bereanos y atenienses de la sinagoga judía.

Pero también tenemos otra clase o clases de audiencia. Aquellas compuestas por esa gran cantidad de personas que hayamos "en la plaza", en el diario ir y venir de la vida pública. En el "Areópago" también, quizá. Amigos, vecinos, compañeros de trabajo, condiscípulos, transeúntes, compañeros de asiento en el transporte público, en el avión que viajamos, jefes de departamento, gerentes y directivos de empresas, universitarios, profesores de nuestros hijos, etc. Todos ellos también están profundamente necesitados del evangelio. También por ellos Cristo sufrió, murió y resucitó. Para redimirlos y hacerlos partícipes de su presencia eternamente. No podemos sencillamente ignorarlos o limitarnos a compartir el mensaje salvador a aquellos que nos escuchan en los templos, en los púlpitos, en las células de estudio bíblico con una actitud amable y abierta. Tenemos que extendernos, ir más allá, salir a "la plaza", al "Areópago" si es necesario y tratar de publicar las buenas nuevas a todo el mundo, como lo ordenó Cristo. Aunque a veces tengamos que encontrarnos con personas curiosas e irrespetuosas, que carecen de la más mínima confianza en la Biblia como palabra de Dios, a semejanza de aquellos filósofos atenienses de la colina de Marte, ante quienes Pablo también predicó.

Se nos preguntó en alguna ocasión, en medio de una conversación en la oficina, respecto a la fe : "¿De veras crees en el infierno?". A raíz de ello surgió el tema publicado también aquí en el blog: "El infierno,...¿existe o no?".

Un buen amigo mío en la ciudad de Tijuana, que ha viajado a la India, me dice que Jesús es uno mas de los muchos "Grandes Iniciados", pero que no es el Dios encarnado y Salvador del mundo. Derivado de ello surgió el tema: "¿Por qué es Jesús tan especial?".

Hace algunos meses me encontré al revisar el libro de primaria de uno de mis hijos, la frase "... el hombre y el mono tuvieron un antepasado común, de acuerdo a lo que enseña la teoría de la evolución de Darwin". A raíz de ello surgió el tema: "¿Por qué creer en la creación y no en la evolución?", y le prestamos durante varias semanas a la maestra de mi hijo, un libro que habla del fraude de la teoría de la evolución y que termina con un claro mensaje evangelístico.

En una ocasión mientras teníamos una charla con tema religioso en un descanso en el trabajo, un ingeniero nos preguntó con tono desafiante: "¿Y por qué Cristo, Cristo y solo Cristo? ¿Por qué no Buda, Buda, Buda, por ejemplo?". Bueno, en base a ello (en parte), surgió: "¿El loto o la cruz?".

Hace algún tiempo, en el foro general de la iglesia a la que pertenezco, un joven preparatoriano solicitaba apoyo con cierta preocupación:

"La verdad yo tengo la fe en que Dios sí existe, pero resulta que mis compañeros de la preparatoria me cuestionan por eso y me gustaría demostrarles que Dios sí existe y que gobierna mi corazon. Por favor, si pueden ayudarme se los agradezco mucho. Dios los bendiga".

Por toda respuesta, un forista le contestó: "¡Qué pregunta!". Claramente nuestro buen amigo consideró que esa era respuesta mas que suficiente para que nuestro hermano que solicitaba ayuda, presentara su fe ante sus amigos de clase en la preparatoria. ¿Podemos imaginar a nuestro hermano charlando con sus condiscípulos y presentándoles el "¡Qué pregunta!" como su respuesta? ¿De qué manera estaría pues atendiendo a 1 Pedro 3;15? A raíz de esta situación, colaboramos en el foro con el tema: “Dios…¿existe o no?”, el cual ha sido publicado también en este blog.

En otras circunstancias en la oficina nos preguntaron: "¿No es arrogante decir, considerando el inmenso tamaño del universo, que somos especiales? ¿Que solo los humanos existimos en tan grande cosmos? Yo creo que debe haber otras civilizaciones, muchas, allá afuera en el universo". Y un dia distinto, meses antes, un gerente me había comentado: "Ni siquiera estamos seguros de que Cristo haya existido". De ahí surgieron los temas: "¿No estamos solos?" y "¿Existe la figura de Cristo en documentos no bíblicos?", respectivamente.

Creo que este tipo de situaciones y preguntas representan para nosotros los cristianos, oportunidades excelentes para hablar del evangelio. Presentar en "La Plaza" y "El Areópago", ya que no "en la sinagoga", a Cristo como Salvador y Señor del universo. No debemos desperdiciarlas.

Hace cosa de un año, una sobrina que estudia la universidad aquí en San Luis Potosí se hospedó en nuestra casa durante un semestre. Durante ese tiempo leyó la novela El Código Da Vinci. Naturalmente surgieron los comentarios. Ello me llevó a publicar “¿Estaba Jesús relacionado sentimentalmente con María Magdalena?”. En esa entrada del blog hago disponible un ensayo que tuvimos oportunidad de escribir en 2005 titulado Breve réplica al Código Da Vinci. Estas líneas fueran escritas como resultado de un desafío que me hizo uno de los supervisores de la empresa donde trabajé. El y muchos otros habían leído la novela, y esta persona -sabiendo que soy cristiano y que también la había leído- me retó a dar respuesta a los provocativos temas que supuestamente demuestran la falsedad mi fe. Bueno, semanas después le presentamos la respuesta que quedó en las páginas ya mencionadas.

Los expertos en evangelización nos dicen que los creyentes, "a mayor tiempo de convertidos, menor contacto con los inconversos". Y esto es plenamente verdad. Si lo ponemos en duda, no hace falta más que mirarnos a nosotros mismos. ¿Cuántos amigos no cristianos tenemos? ¿Cuánto tiempo pasamos con aquellos familiares que no son creyentes? Mientras más años de cristianos tenemos, más alejados estamos de aquellos que ocupan de Cristo. De esta manera, ¿cómo esperamos alcanzarlos para El Reino de los Cielos?

No podemos responder a la pregunta que nuestros conocidos inconversos nos hacen: "¿Por qué eres cristiano?" o "¿por qué crees que la Biblia es la palabra de Dios y que Cristo es el único camino a la salvación?" con un simple: "Oh, porque tengo fe". Esa es la misma respuesta que el mormón tiene para la pregunta: "¿por qué eres mormón?" o "¿por qué crees que el libro de mormón es la palabra de Dios?": "Oh, porque tengo fe". Es la misma respuesta que el partidario de la Nueva Era tiene para las preguntas: "¿por qué practicas esa creencia?" o "¿por qué crees que Cristo es uno más de los iluminados al igual que Buda o Pitágoras y que no murió por nuestros pecados, sino que fue solamente un gran maestro y es sólo un buen ejemplo a seguir?": "Oh, porque tengo fe". Entonces, en este caso ¿cuál de todos estos "creyentes" tiene la razón, si todos tienen fe en que su creencia es la verdadera, aunque todos creen de manera totalmente distinta?



Ante estos "Estoicos y Epicúreos" que nos topamos en "La plaza pública" o el "Areópago" (la escuela, la oficina, la universidad de nuestros hijos o los puestos gerenciales de nuestros trabajos, no en el templo), estamos obligados a responder con algo más que "Oh, porque tengo fe". La escritura misma nos responsabiliza de lo siguiente:

"...sino santifiquen a Cristo como Señor en sus corazones, estando siempre preparados para presentar defensa (apología) ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con mansedumbre y reverencia,..." (1 Pedro 3:15)

Obviamente el mensaje cristiano debe presentarse ante esta audiencia diferente, de manera distinta (puesto que no estamos en el templo ni ante unos oyentes con fe). Tomando, si es posible, como base o punto de partida (a semejanza de Pablo) algunos elementos de la creencia y cultura de aquellos que nos preguntan: "¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas?" (Hechos 17;19). Pero el variar la forma no implica necesariamente variar el fondo o contenido del mensaje. Si bien es cierto que Pablo usó a los poetas y filósofos grecorromanos en su mensaje ante los pensadores de Atenas, no por ello sacrificó el mensaje del Cristo crucificado y su resurrección, así como también el tema del arrepentimiento y el juicio final. No se trata únicamente de encontrar los puntos de contacto o coincidencia entre "los filósofos" que nos preguntan la razón de la esperanza que hay en nosotros, sino también de predicar con valor lo mismo que Pablo predicó en la colina de Marte: el Cristo crucificado, resucitado y futuro juez nuestro en caso de que no nos arrepintamos. Hemos de llevar cualquier tipo de mensaje a culminar en estos elementos, o de otra manera no estamos evangelizando en absoluto. Lo único que estaríamos haciendo es filosofar. Y no somos llamados a ello, sino a predicar el evangelio.

Hemos de ir a las cárceles, a los hospitales, a los centros de rehabilitación, a las zonas rurales, a los barrios bajos, a los templos, a las casas a predicar a la gente sencilla y nada complicada que no duda que la Biblia es la palabra de Dios. Pero hemos también de presentar el evangelio si es posible, en las aulas, las oficinas, las empresas y ante quien sea, del nivel cultural y económico que fuere, aunque no crea aún en la Biblia y Cristo, ya que...

"...por esto mismo trabajamos y sufrimos oprobios, porque esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres, mayormente de los que creen". (1 Timoteo 4:10).

Como dijo alguien que sabía mucho de estos asuntos: "Cuando de evangelizar se trata, el mejor método es usar todos los métodos".

Recuerden: "Creer es también pensar".

Saludos.

sábado, 29 de agosto de 2009

¿Existe la figura de Cristo en documentos no bíblicos?

“Jesús les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? »” (Mateo 16;15)


No sabemos por qué extraña razón, un premio Nobel de literatura (1950), filósofo y matemático como Bertrand Russell, se aventuró a escribir: “Es históricamente bastante dudoso si Cristo realmente existió; si es que existió no sabemos nada acerca de él”. Debido a la fuerte evidencia documental, pocos son los estudiosos serios que hoy día ponen en tela de duda la existencia de Jesús. Sin embargo los hay aún, como Russell, aunque sin elementos para defender su postura.

Bien, en esta ocasión me propongo no solo demostrar la existencia de Jesús basado en fuentes no cristianas (para que no se nos acuse de parciales), sino también demostrar que a partir de estas mismas fuentes, emerge una figura de Jesús que coincide asombrosamente con el perfil que el Nuevo Testamento nos presenta de él. Esto, por supuesto, viene a conferir autoridad a las Escrituras cristianas como documento histórico digno de confianza.

Existen alrededor de una decena de referencias al Jesús histórico y a los cristianos en documentos fuera del Nuevo Testamento (además de los aquí citados, se encuentran Luciano de Samosata, Talo, Flegonte, Mara Bar-Serapion, entre otros). Tanto escritores grecorromanos como judíos, adversos al cristianismo, escribieron acerca del Jesús que “caminó entre nosotros”. Durante la transmisión del programa de radio “En frecuencia con Jesús” en el que presentamos el tema “¿Por qué es Jesús tan especial?” (en el cual comparamos a Cristo con los más importantes líderes religiosos de todos los tiempos), me permití documentar a partir de tres fuentes grecorromanas y una judía (con las que cuento entre mis libros), la existencia de Jesús.

Opriman en el reproductor a continuación para que escuchen el extracto del programa (menos de diez minutos) en el que mencionamos estos importantes documentos del mundo antiguo:



A continuación, me permito presentarles el texto de estos documentos para su validación:

Tenemos en primer término al historiador romano Cornelio Tácito, quien escribió alrededor del año 115 d.C. y nos da un relato detallado de las cosas más importantes que ocurrieron durante su administración como gobernador de Asia. Cuando llega a la narración del año 64 de nuestra era, en que gran parte de Roma fue quemada, dice sencillamente que está de acuerdo con el punto de vista general de que el emperador Nerón fue el responsable, porque quería reconstruir una gran área en el centro de la ciudad y convertirla en su palacio. En su obra Anales capítulo XV.44 nos dice:

“Para disipar el rumor, Nerón puso como culpables a algunas personas popularmente conocidas como cristianos,... El originador del nombre, Cristo, había sido ejecutado durante el reino de Tiberio, por orden del procurador Poncio Pilato”.

Encontramos otra referencia en los escritos de un contemporáneo de Tácito, llamado Plinio el joven. Este fue otro hombre de letras enviado por el César, en el año 112 de nuestra era a gobernar en Bitinia, al norte de lo que hoy es Turquía. El escribió muchas cartas al emperador Trajano para informarle sobre sus trabajos en las provincias bajo su cargo, y también para consultarle sobre algunas cuestiones de su administración en las cuales estaba indeciso. En sus Cartas No. 97, este escritor latino nos dice lo siguiente con relación a los cristianos y a su fundador, Cristo:

“Decían que todo su error o falta se limitaba a estos puntos: que en determinado día se reunían antes de salir el sol y cantaban sucesivamente himnos en honor de Cristo, como si fuese Dios; que se obligaban bajo juramento, no para crímenes, sino a no cometer robo ni adulterio;...”

Un tercer ejemplo que podemos mencionar como fuente histórica que demuestra la existencia de Jesús proviene de otro escritor, historiador latino, llamado Suetonio quien escribiera su obra muy conocida Vida de los doce Césares hacia el año 121 de la era cristiana. El nos dice en la Vida de Claudio:

“Expulsó de Roma a los judíos, que, a instigación de un tal Cresto (Cristo), provocaban turbulencias”. (Este evento, por cierto, coincide con el registro bíblico en Los Hechos de los Apóstoles 18;2).

Por otro lado, tenemos también evidencia por parte de la nación judía. En el primer siglo de la era cristiana, un hombre llamado Flavio Josefo, quien dirigió ejércitos en la guerra contra Roma entre los años 66 y el 70 d.C. se convirtió después en historiador y escribió para tratar de eliminar la mala fama de sus compatriotas a los ojos de los romanos. En su obra llamada Antigüedades de los Judíos, Josefo nos dice:

“Y se levantó cerca de este tiempo Jesús, un hombre sabio, si en realidad se debe llamar hombre, porque hacía obras asombrosas y fue maestro de aquellos que son felices al recibir la verdad. Se ganó a muchos judíos y también a muchos griegos. Era el Cristo. En respuesta a una acusación presentada por los líderes de ellos, Pilato lo condenó a la Cruz, pero aquellos que le amaban no se dieron por vencidos. Porque apareció vivo de nuevo ante ellos al tercer día de su muerte, tal y como lo habían predicho los profetas, junto con muchas otras cosas maravillosas sobre Él”.

Una fuente más que deseo mencionar, proviene también del mundo judío. Se trata del Talmud ("instrucción" en hebreo). Este consiste en un cuerpo de leyes civiles y religiosas que incluye un comentario acerca de la ley de Moisés (los primeros cinco libros del Antiguo Testamento). En la parte de comentarios del Talmud Babilónico (escrito entre el s.III e inicios del s.VI de nuestra era), aparecen algunas porciones en donde se menciona la figura de Jesús en relación a la violación de la ley de Moisés. En dichos comentarios aparecen algunos elementos dignos de atención. Los mismos, a continuación:

“Un día (Rabí Jesúa) estaba recitando la Shema (Deuteronomio.6;4) cuando Jesús se le acercó. El Rabí hizo un gesto para recibirle, pero Jesús, entendiendo que el gesto pretendía rechazarle, puso en alto un ladrillo y lo adoró (...) Y un maestro ha dicho: «Jesús de Nazaret practicaba la magia y llevó a Israel por mal camino».” (Talmud Babilónico Sanhedrin 107b).

En otra parte de dicho documento se lee lo siguiente acerca de la figura de Jesús:

“Se enseñaba que el día antes de la Pascua Jesús (el Nazareno) fue colgado. Los cuarenta días antes de la ejecución, un pregonero anunciaba gritando: «va a ser apedreado porque ha practicado la brujería y quería que Israel pecara de apostasía. Si hay alguien que quiere decir algo en su favor, que se presente y pida misericordia por él».”

Si bien es cierto que algunos estudiosos consideran que los textos del Talmud son de escaso valor para aquellos que analizan al Jesús histórico, hay otros que piensan que de ellos pueden extraerse algunos elementos valiosos que pueden llegar a corroborarse. A este respecto M. Wilcox, en su “Jesús a la luz de su ambiente judío”, menciona:

“La literatura judía tradicional, aunque contiene pocas menciones a Jesús (y además, éstas deben usarse con suma precaución), apoyan la afirmación que hacen los evangelios de que hacía milagros y sanaba; el problema es que atribuye éstos poderes a la magia. Sí que conserva la idea de que era un maestro, y tenía discípulos..., y al menos en el período rabínico temprano aún no se sabía exactamente si se trataba de un «hereje» o de un «farsante».”

Hay otros pasajes de estas mismas fuentes que nos dicen que Jesús se proclamó Dios e incluso se señala que anunció que volvería por segunda vez (Yalkut Shimeoni 725). Sorprendentemente son los mismos enemigos judíos rabínicos de Jesús los que confirman en estos escritos (cuidadosamente considerados), las afirmaciones que hacen los evangelios de su propia conciencia de divinidad y su segunda venida.

Cabe mencionar que esta evidencia documental presentada es de gran valor debido a que sus autores no sólo no fueron cristianos, sino que fueron desfavorables al cristianismo. Y en el caso de Flavio Josefo tenemos un historiador que aunque judío, jamás fue convertido al cristianismo. De esta manera queda claramente establecida la existencia de un hombre llamado Jesús El Cristo.

Bien, ahora que hemos considerado estas importantes fuentes del mundo antiguo, quiero ir un paso más allá. Deseo compartir con ustedes el perfil acerca de la figura del Jesús histórico que emerge de estos escritores antiguos, y que han descrito dos estudiosos modernos. Uno norteamericano y el otro español. Estoy hablando del Dr. Edwin Yamauchi, profesor de historia en Miami University, Oxford Ohio, y autor de libros como “The Archaeology of the New Testament”, “Cities in Western Asia Minor” y muchos otros. También me refiero al Doctor en historia, filosofía y teología, César Vidal, autor también de muchos libros.

Del primero mencionado tenemos lo siguiente:

“Aunque no contáramos con el Nuevo Testamento u otros escritos cristianos, podríamos seguir concluyendo a partir de escritos no cristianos como los de Josefo, el Talmud, los de Tácito y de Plinio el joven, que: (1) Jesús era un maestro judío. (2) Mucha gente creía que sanaba y expulsaba demonios. (3) Los líderes religiosos judíos le odiaban. (4) Fue crucificado bajo Poncio Pilato en el reinado de Tiberio. (5) A pesar de que murió de forma vergonzosa, sus seguidores, que creían que aún estaba vivo, fueron más allá de Palestina: en el año 64 d.C. había muchos de ellos en Roma. (6) A principios del siglo II muchos tipos diferentes de gente -de la ciudad, del campo, hombres y mujeres, libres y esclavos- le adoraban como Dios.”

Del Dr. César Vidal tenemos lo siguiente:

“Resumiendo pues puede señalarse que efectivamente contamos con fuentes históricas distintas de las cristianas para conocer la vida y la enseñanza de Jesús. Todas ellas eran hostiles -a lo sumo, indiferentes-, pero, de manera muy interesante y sugestiva, corroboran la mayoría de los datos de que disponemos gracias al Nuevo Testamento y a otras fuentes cristianas. Su judaísmo, su pertenencia a la estirpe de David, su autoconciencia de mesianidad y divinidad, la realización de milagros, su influencia sobre cierto sector del pueblo judío, su afirmación de que vendría por segunda vez, su ejecución a instancias de algunas autoridades judías, pero a mano del gobernador romano Pilato, la afirmación de que había resucitado y la supervivencia de sus discípulos hasta el punto de alcanzar muy pronto la capital del imperio son tan sólo algunos de los datos que nos proporcionan -no con agrado, todo hay que decirlo- las diferentes fuentes no-cristianas. En ese sentido cabe decir, simplemente a título comparativo, que, por el número de noticias, por su cercanía en el tiempo al personaje y por la pluralidad de orígenes, Jesús es uno de los personajes de la antigüedad cuya vida y enseñanzas mejor conocemos.”

No es suficiente hacer propias las palabras de estudiosos y filósofos como Bertrand Russell acerca del tema de la historicidad de Jesús, por el solo hecho de haber sido escritas por un premio Nobel de literatura. Hace falta pensar por uno mismo y preguntarse si en realidad esas palabras tienen fundamento para ser publicadas y creídas. ¿No le parece?

Las fuentes grecorromanas y judías provenientes del primer siglo y posteriores, nos dan evidencia contundente acerca de la existencia del Cristo y de su perfil, tal y como este es descrito en las páginas del Nuevo Testamento. Como el Mesías, Dios encarnado, el sacrificio por nuestros pecados (los suyos, gentil lector, incluidos) y como aquél que vendrá pronto a darle un giro dramático a la historia mundial al restaurar todas las cosas. Pero hemos de entender que para ser partícipes de esa restauración venidera, es necesario que nos volvamos a Jesús en arrepentimiento sincero y con fe puesta únicamente en lo que Él hizo por nosotros en la cruz. Cuando derramó su sangre inmaculada por amor a nosotros y para lograr nuestro perdón.

Para conocer cómo acercarse a Dios, oprima aquí.



Recuerden: “Creer es también pensar”.

Saludos.