jueves, 8 de julio de 2010

¿Cuál es la diferencia? 4ta. parte

En la última oportunidad que tuve de viajar a la Ciudad de México, aproveché para visitar algunas de las amplias y bien surtidas librerías de la capital del país. Entre los libros que tuve ocasión de adquirir, se encuentra el que contiene los documentos completos del Concilio Vaticano II. Aquella reunión universal de obispos católicos iniciada por el Papa Juan XXIII en el año de 1962, y concluida, después de varias fases, por su sucesor Pablo VI. (Para obtener copia gratuita del expediente en la web del vaticano, oprima aquí).

El documento es muy interesante, pero especialmente el capítulo XII que se refiere al Decreto sobre el Ecumenismo. A continuación me permito, brevemente, transcribir algunos de los pasajes que más llamaron mi atención:



Efectivamente, por causa de las varias discrepancias existentes entre ellos (todos los que no son católicos) y la Iglesia católica,… se interponen a la plena comunión eclesiástica no pocos obstáculos, a veces muy graves, que el movimiento ecumenista trata de superar. Sin embargo, justificados por la fe en el bautismo, quedan incorporados a Cristo y, por tanto, reciben el nombre de cristianos con todo derecho y justamente son reconocidos como hermanos en el Señor por los hijos de la Iglesia católica. (Sobre el Ecumenismo. Relación de los hermanos separados con la iglesia católica. Párrafo 4, página 300)


Esto es, la Iglesia Católica nos considera a nosotros los protestantes/evangélicos, como cristianos legítimos.


Los fieles católicos han de ser, sin duda, solícitos de los hermanos separados en la acción ecumenista, orando por ellos, hablándoles de las cosas de la Iglesia, dando los primeros pasos hacia ellos. (Sobre el Ecumenismo. Relación de los hermanos separados con la iglesia católica. Párrafo 4, p. 301)


El concilio Vaticano, con la autoridad del Papa Pablo VI, recomienda a todos los católicos un acercamiento con nosotros, los así llamados hermanos separados. Es más, invita a sus miembros a que den el primer paso hacia nosotros los protestantes, para hablarnos de las cosas de la iglesia.


Por otra parte, es necesario que los católicos, con gozo, reconozcan y aprecien en su valor los tesoros verdaderamente cristianos que, procedentes del patrimonio común, se encuentran en nuestros hermanos separados…Ni hay que olvidar tampoco que todo lo que obra el Espíritu Santo en los corazones de los hermanos separados puede conducir también a nuestra edificación. (Sobre el Ecumenismo. Relación de los hermanos separados con la iglesia católica. Párrafo 4, p. 302)


Adicional a lo anterior, el colegio de obispos de la iglesia popular considera incluso, que algunas cosas provenientes de nosotros los hermanos separados, pueden contribuir al crecimiento (es eso lo que quiere decir edificación) espiritual y religioso de los creyentes católicos.

Me permito recomendar a mis amigos y familiares católicos que lean cuidadosamente el decreto acerca del ecumenismo que concluyó el concilio al que he hecho mención. No sólo prohíbe que los católicos se conduzcan ante los hermanos separados con palabras duras (Sobre el Ecumenismo. Relación de los hermanos separados con la iglesia católica. Punto 4, párrafo 3, p. 301), sino trata de promover un acercamiento y aprendizaje cuyo paso inicial deben darlo los católicos.

Por lo anterior, así como por haber sido cuestionado por algunos amigos y compañeros de trabajo acerca de mi creencia evangélica, es que continuamos esta serie dando respuesta respetuosamente a la pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre católicos y protestantes?, ahora en su cuarta parte.



Recuerden: Creer es también pensar.