sábado, 23 de mayo de 2009

¿Cuál es el lugar de María, la virgen, en la iglesia?


Nací católico. Fui mariano. Hasta la edad de 19 años. Así se me inculcó desde pequeño, como a mis padres les fue inculcado por los suyos desde pequeños. Durante mi época de estudios universitarios conocí el evangelio tal como se predicó por los apóstoles. Lo conocí por instrumentalidad de uno de mis profesores en la facultad, quien era evangélico (o protestante, si lo prefiere). Y no es que él hubiese venido a mí hablando en contra de la iglesia y doctrinas que conocí cuando niño. No. Sencillamente se me dio a leer y explicó el puro evangelio de Jesús y de sus inmediatos seguidores. Experimenté un cambio interior de manera radical. De eso hace ya dos décadas.

Tiempo después alguien me dijo: "Y...¿porqué te cambiaste de iglesia sin conocer primero la tuya?". No es que desconociera la iglesia romana. Tampoco era un experto en sus doctrinas. Pero puedo decir de memoria, aún después de 20 años, los credos más importantes que aprendí cuando niño.

¿Por qué digo todo esto? Bueno, porque el tema que deseo publicar hoy es de lo más delicado para quien profesa el catolicismo. Los dogmas marianos son de los más importantes para el creyente católico. Deseo pues dejar constancia de que al presentar este tema, no es mi intención hacerlo de manera ofensiva. Sino constructiva.

A lo largo de los años después de mi conversión, me sumergí de manera más dedicada aún en el estudio de los dogmas católico-romanos. Perseguí, literalmente, hasta poder adquirir varios libros, algunos de los cuales hace tiempo ya que están descontinuados. Son la obra de historiadores y eruditos tanto mexicanos como extranjeros, antiguos y contemporáneos (católicos todos ellos, que conste y marianos), de alguna importancia aún para su iglesia. David A. Brading, Jacques Lafaye, Richard Nebel, Edmundo O' Gorman, Manuel Olimón Nolasco, Miguel León-Portilla, Joaquín García Icazbalceta, Fray Servando Teresa de Mier, Leoncio A. Garza-Valdés, Xavier Noguez. Todos estos estudiosos me han sido de gran valor para investigar, sobre todo, el tema de la virgen de Guadalupe y la historia de sus apariciones en México, el que más adelante presentaré. Pero en esta ocasión, deseo centrarme en el tema de María, la madre de Jesucristo.

Bueno. Cuando analizamos este tema en base a lo que los documentos del Nuevo Testamento nos dicen y a la luz de lo que nos dice la historia de los primeros siglos, surge un cuadro que nos muestra a esta dulce y devota jovencita judía, muy distinto al que se le ha mostrado a través de los años a los creyentes católicos. Quisiera que usted que lee estas líneas y decida escuchar el siguiente audio, se acercara al tema tratando de limpiar su mente de todo lo que se le ha enseñado acerca de este tema. Pero sé que con esto le pediría un imposible. Lo que sí quiero hacer constar es que el tema a escuchar, está basado en el análisis histórico-documental acerca de la figura mariana. Lo que nos dicen (o no) Jesús y sus seguidores adjuntos, líderes de la primera generación de cristianos y conductores de la iglesia del siglo I, tanto en los evangelios como en las cartas apostólicas.

Los evangelios, el libro de los Hechos de los apóstoles y las cartas apostólicas, cubren la historia de Jesucristo y su enseñanza, así como la de sus discípulos directos a lo largo de aproximadamente 30 años de cristianismo. Los evangelios narran el ministerio de Jesús y su enseñanza a sus seguidores inmediatos. Los Hechos de los Apóstoles narran el nacimiento de la iglesia, su crecimiento, vida y doctrina a lo largo de casi 3 décadas. Las cartas cubren una gran parte del período narrado en los Hechos, y el Apocalipsis lo enseñado por San Juan cerca del año 100 de nuestra era. Es de esperarse que en estos documentos encontremos el material fidedigno de donde podamos extraer nuestro conocimiento acerca de la figura de María, la madre de Jesús, y la actitud que debemos tener hacia su persona. Apegarnos a lo que Jesús y los Apóstoles nos digan acerca de ella, debiera ser el deseo de cada uno de aquellos que se precien de llamarse cristianos.

Los dogmas relacionados con María, y que tienen la mayor importancia para el católico, no fueron enseñados ni por Jesús ni por sus apóstoles. La iglesia primera, de la que encontramos su vida y enseñanza en el Nuevo Testamento, jamás conoció esos dogmas. Todos estos nacieron siglos, sí, siglos después de la muerte de ellos. Algunos, los más importantes, nacieron hasta los siglos XIX y XX, sorprendentemente.

¿Por qué no me acompañan? Veamos los datos que podemos extraer de los documentos históricos antes mencionados. Tengo la certeza que cuando presenté este tema en la radio, lo hice de la manera más cortés posible y apegándome del todo al Nuevo Testamento. Hay un ejemplo bíblico que haríamos bien en seguir. Es el de los cristianos de la ciudad de Berea, descritos en el libro de Los Hechos de los Apóstoles capítulo 17;11, los cuales contrastaban lo que el apóstol Pablo les predicaba con lo que Las Escrituras decían, para ver si era correcto. ¿Por qué no hacer lo mismo con este tema? No hay que temer. San Pablo mismo recomendaba: “Examínenlo todo, retengan lo bueno”: (1 Tesalonicenses 5;21).



Opriman el reproductor aquí arriba y recuerden:

“Creer es también pensar”.

Saludos.