sábado, 14 de abril de 2012

Budismo y cristianismo


Sucede siempre en semana santa. Las revistas de divulgación popular utilizan la figura de Jesús para vender. Las historias son semejantes cada año, si no es que idénticas. Basándose en los evangelios apócrifos o en novelas de reciente publicación, procuran presentar a un Jesús distinto, diferente de aquél cuyo retrato tradicional poseemos la mayoría de las personas.

Este año no fue la excepción. En una revista de un importante nivel de ventas a nivel nacional, se presenta la posibilidad de que Jesús haya viajado a India y haya trabado contacto con las enseñanzas de Buda «El iluminado». Para tratar de dar fuerza a esta idea, publican la imagen y el texto que encabeza esta entrada del blog, en los que aparentemente hay un paralelo entre las enseñanzas de ambos personajes.

Mas allá del romanticismo que nos despierta la lectura de la historia del Buda (todavía recuerdo las intensas emociones que me provocó en la universidad el “Siddhartha” de Hermann Hesse a mis 19 años), abandonándolo todo, incluso a su hijo recién nacido de nombre “Rahula” (que quiere decir: estorbo), debemos analizar concienzudamente su doctrina, según él mismo recomienda en Anguttara-Nikaya, IV,193. Ya que para una persona que no haya considerado nunca detenidamente las doctrinas de Cristo y Buda, pudiera parecer a simple vista que, efectivamente, hay una correlación. Sin embargo, para alguien que esté familiarizado con ellas, el paralelo sencillamente no existe.

Es tanto, después de la lectura de algunas porciones del Canon Pali y del Dhammapada, lo que tengo que preguntar como cristiano que soy acerca de la filosofía budista. Sin embargo, en este ensayo únicamente bosquejaré once inconvenientes importantes sobre la enseñanza de este ideólogo nepalés, que no pueden ser explicados satisfactoriamente por sus seguidores. Veamos:



¿Qué esperanza hay para nosotros, la gente normal?
Buda, de acuerdo a la leyenda, logró la iluminación después de más de 500 reencarnaciones dedicándose solo a ello y a ninguna otra cosa. ¡Ay de nosotros que tenemos que trabajar, estudiar, cuidar a nuestros hijos y convivir diariamente con las presiones de la vida! Jesús oró a favor de nosotros: “No pido que los saques del mundo, sino que los guardes del mal” (Juan 17;15).

¿Cómo renunciar aun a los buenos deseos?
¿Qué sería de nuestra civilización en cuanto a los avances tecnológico, industrial, médico, educacional, social, etc., si hubiésemos renunciado a desearlos, aunque son buenos y legítimos? Según Buda todo deseo -incluidos los buenos deseos-, debe ser eliminado para ya no reencarnar (o transmigrar, si lo prefiere) y alcanzar así el Nirvana. Incluso él deseaba no desear, para así alcanzar la iluminación. Entonces, ¿a través de un deseo (algo «malo») alcanzó la iluminación (algo «bueno»)? El cristianismo enseña que hemos de desear cosas buenas como la Palabra de Dios y los dones espirituales que Él nos da, para crecer en salvación y servir a los demás (1 Pedro 2;2 y 1 Corintios 14;1).

¿Quién te cobra?
¿A quién le paga la deuda kármica que arrastra en esta existencia y que proviene de errores en sus vidas pasadas (la reencarnación)? En el budismo, técnicamente no hay divinidad a quien pagar sus culpas. «El acreedor ronda pero no está presente». Aquellos a quienes hizo mal, ya no están con usted para pagarles. ¿Quién le asegura que en esta vida alcanzará a pagar todos sus errores pasados? Cristo ofrece perdón y limpieza completos aquí y ahora, si cree que su sangre derramó por usted y se vuelve a Él en arrepentimiento sincero (1 Corintios 6;9-11 y Hebreos 10;10).


¿Cómo llevar una carga tan pesada?
La enseñanza original de Gautama, el así llamado budismo Theravada (dogma de los ancianos o «El vehículo pequeño»), era tan estricto y tan estrecho al ofrecer la «iluminación» a sus partidarios, que solo unos cuantos -monjes todos ellos-, podían tratar de practicarlo. Es por ello que surgió tiempo después el llamado budismo Mahayana («El gran vehículo»). Este es un desarrollo posterior más liberal, con una senda ancha y poco severa hacia la iluminación. El Mahayana permitiría la posibilidad de acceso al Nirvana a más personas, y laicas. Mas adelante surgiría también el Tantrismo al ingresar el budismo a China. El Tantrismo es una mezcla de algunas enseñanzas del budismo con prácticas mágicas. Y es que los chinos consideraban el concepto budista de renuncia a la familia, como una forma de irresponsabilidad y escapismo cobarde. Así que el ala budista Mahayana, tuvo que diluirse aún más para adaptarse a los lugares a los que iba entrando, ya que los chinos tampoco aceptaban muy bien el concepto de celibato. Ahora tenemos una adaptación budista «a la carta», casi para cada gusto. Ejemplo de ello lo tenemos en el Nichiren y el Zen, muy popular este último entre algunas estrellas de Hollywood. En cambio Jesús dijo: "Vengan a mí los que estén cansados y agobiados, que yo los haré descansar. Acepten la misión que les doy y aprendan de mí que soy paciente y humilde. Conmigo encontrarán descanso para sus almas. La misión que les doy es fácil y la carga es ligera de llevar”. (Mateo 11;28-30).

Helena Li (ahora cristiana y antes budista de nacimiento), nacida en Hong Kong, dijo cuando aceptó a Cristo: “Experimenté el mayor alivio en mi vida. Mis pecados habían sido perdonados y Dios iba a ser el que llevara en sus manos las cargas de mi vida. Eso es algo que Buda nunca hizo por mí. Toda mi vida había llevado mi carga de culpa. Ahora ya no existía mas” .

¿De quién recibió la luz Gautama?
Fue un buscador excepcional de respuestas. Buscaba la verdad. Y al creer que la alcanzó, instruyó a sus seguidores que siguieran el camino de esa verdad. Jesús no buscó la verdad. Jesús es la verdad: “Yo soy…la verdad…” (Juan 14;6). Buda «alcanzó» la iluminación. Recibió (de quién, me pregunto, si técnicamente no hay dios al que acudir en busca de ayuda en el budismo) la luz después de tanto esfuerzo. Jesús es la Luz. Él dijo: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no anda en las tinieblas…” (Juan 8;12).


¿Cómo puede un “salvador” con pecado, salvar a alguien?
Las más de 500 reencarnaciones de Buda implican sus errores previos, su pecaminosidad. ¿Cómo puede salvarnos no solo de la oscuridad sino también del pecado, alguien en cuya vida hubo error y pecado? Sabemos por las narraciones budistas que aún despúes de recibir la iluminación, Siddhartha hizo muchas correcciones a su doctrina y praxis. Jesús es sin pecado: “¿Quién de ustedes puede demostrar que yo tengo algún pecado?...” (Juan 8;46). Sus enemigos, detractores y ejecutores dijeron lo mismo de Él. Y lo más difícil, sus amigos más cercanos también.

¿Misoginia budista?
Al principio de su ministerio Buda no permitió mujeres en su orden monástica, hasta que su madrastra se rapó y le rogó, presentándose ante él junto con otras muchas mujeres, que la aceptara en su sangha (congregación). Cuando por fin lo hizo, les puso más reglas a ellas que a los hombres. ¿Por qué? Jesús desde siempre aceptó mujeres discípulas en su ministerio, y las elevó a un nivel digno que jamás, ni en lo mejor de la cultura grecorromana, tuvieron anteriormente (Marcos 15;40-41).



¿“Hágalo usted mismo”?
Buda le dice qué hacer, pero no le da el poder para hacerlo. En el “Camino de ocho pasos” le pide que tenga puntos de vista, aspiraciones (¡deseos!), hablar, conducta, vida, esfuerzo, conciencia y concentración correctos. Pero pídale a un drogadicto, a un alcohólico, a un tahúr empedernido que practique esto, y le será imposible. Imposible a menos que alguien desde fuera le ofrezca un poder para que lo lleve a cabo. El budismo es como recibir información de The Home Depot sobre cómo armar un mueble complejo (en este caso su vida), pero después tratar de armarlo por usted mismo sin herramienta alguna. Jesús dice cómo debemos vivir, pero también nos da el poder de su presencia en el corazón para que lo hagamos (Juan 16;7-15, Romanos 8.12-13 y Gálatas 5.22-25). Personalmente conozco a varios alcohólicos que fueron liberados de este vicio con la ayuda del Espíritu de Jesús, sin haber entrado en tratamiento medicinal o haberse sometido a programa de rehabilitación alguno (para un ejemplo, opriman aquí).

¿Quién decide lo bueno?
Buda nos invita con frecuencia a practicar el bien y evitar el mal (leer el “Dhammapada” cap. IX ). Pero surge una pregunta: Si no hay en el budismo un legislador moral más allá de nosotros (Dios), ¿de dónde proceden las nociones de «bueno» y «malo»? El Visuddhimagga 16 dice: “Ningún hacedor está allí;…”. Si no hay Dios todo está permitido, como escribiera Feodor Dostoievsky en su novela Los hermanos Karamazov. El Dios cristiano, como legislador universal, ha puesto sus leyes en el corazón: “Pondré mis leyes en sus corazones, Y en sus mentes las escribiré,…” (Hebreos 10;16).

¿Enfrentamiento o escape del dolor?
Buda dedicó gran parte de su vida a filosofar acerca del dolor. Ese fue el centro de su búsqueda. La visión que tuvo cuando salió de palacio y que después le impulsara a su indagación espiritual, tenía que ver con el tema del sufrimiento. Pero curiosamente no sufrió en lugar de nadie, sino solo de sí mismo en los primeros años de su peregrinaje místico (cuando subsistía con muy poco alimento). Pero su pensamiento tiene una connotación escapista respecto a la aflicción. Buscaba a toda costa erradicarla de la humanidad y para tal efecto, dio con su ideología de la eliminación del deseo para ya no sufrir mas: “Esto es lo real,…la extinción del intenso anhelo…” (Anguttara-Nikaya V;322). Pero no fue una batalla o enfrentamiento contra el mal y el padecimiento del mundo, sino una evasión, una huida de ellos.

Jesús no se dedicó a discurrir acerca del dolor. Se sumergió en nuestra desolación. Participó de ella. Llevó nuestra aflicción sobre sus espaldas. Y ese padecimiento experimentado por Él, tiene carácter redentor. “Ciertamente El llevó nuestras enfermedades, y cargó con nuestros dolores… fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo por nuestra paz cayó sobre El, y por Sus heridas (llagas) hemos sido sanados” (Isaías 53;4-5). Coincido de todo corazón con el teólogo inglés John Stott cuando escribió: "Jamás podría creer en Dios...si no fuera por la cruz".



¿Valió la pena morir?
Cuentan de Gautama que murió, al parecer de disentería a la edad de ochenta años mientras viajaba cerca de Benares, por haber ingerido carne de cerdo en mal estado. Una muerte del todo ordinaria. La muerte de Cristo es, creo yo, la más famosa del mundo. Y lo es por el significado que tiene. Un significado redentor. “En cambio, Dios nos demostró su amor en que Cristo murió por nosotros aun cuando éramos pecadores”. (Romanos 5;8). Amable y paciente lector, Él murió por usted y por mí para que pudiéramos tener vida por siempre. Resucitó para que también podamos, al final de los tiempos, vencer a la muerte misma y estar con Él eternalmente. ¿Creerá en esto y se arrepentirá de sus pecados de todo corazón?

Por todo lo que el budismo tiene que explicar aun y por todo lo que Cristo ofrece, al preguntarme ¿el loto o la cruz?, ¿Cristo o Buda?, definitivamente me quedo con la cruz. ¿Y usted?

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Recuerden: Creer es también pensar.

Saludos.

Enrique.