sábado, 30 de julio de 2011
El infierno,...¿existe?
«No hay doctrina que eliminaría con mayor gusto del cristianismo que ésta, si ello estuviera en mi poder. Pero tiene todo el respaldo de la Sagrada Escritura y, especialmente, de las propias palabras de Nuestro Señor; siempre ha sido sostenida por la cristiandad, y tiene el respaldo de la razón.»
C.S. Lewis.
Comparto el sentimiento de C.S. Lewis en cuanto a la doctrina del infierno. Cuando tratamos este tema tan espinoso, hemos de tener la actitud de San Pablo en Gálatas 1;10, por más difícil que nos sea. Curiosamente, en las dos últimas semanas lo he tratado. Y ello, a petición de personas diferentes. Ello me impulsó a escribir hoy al respecto.
Los siguientes argumentos han sido ya presentados públicamente a través de la radio. Para escuchar el programa "Diálogos de vida abundante" , opriman el reproductor a continuación con el tema: "El infierno, ¿existe?"
Lewis menciona que este tema es escritural (especialmente respaldado por Cristo) y además, razonable. Sí, es razonable. Aunque creo en la doctrina primeramente porque es bíblica, no hemos de descartar que ella también es razonable. Creo porque es escritural y lógica.
Entre los argumentos razonables que se han presentado para creer que el infierno existe, se encuentran el principio de la separación, el principio de la consecuencia natural, el principio de la restricción y el principio de las obligaciones debidas a la autoridad. Veámoslos con detenimiento:
Al estar pensando en este tema, recordé que mi esposa separa la ropa sucia de la ropa limpia en cestos diferentes. También traje a la memoria que los desperdicios son separados de los alimentos sanos. Aquellos se colocan en recipientes fuera de casa y estos últimos permanecen en el refrigerador. Hace un tiempo asistimos a un funeral, en el cementerio por supuesto, y esto me recuerda que los muertos están separados de los vivos. Lo mismo sucede en el ámbito espiritual. Una persona que decidió entregar su existencia para vivir para sí mismo, hacer su voluntad, practicar el pecado y estar distante o lejano de Dios toda su vida terrenal, no vivirá eternamente con Dios. A ello nos referimos con el principio de la separación.
Cuando mencionamos que el principio de la consecuencia natural apoya la creencia en el infierno, estamos diciendo que éste es el lugar natural al que llegará como destino final una persona que ha vivido en la maldad toda su existencia terrenal. No se puede llegar a México si se ha tomado un vuelo a Monterrey. Si usted ha tomado un vuelo a Monterrey, llegará ahí y no a otro lugar. Si la dirección de su vida es el pecado, seguramente después de esta vida llegará al lugar donde se vive en pecado y no al cielo, en el que no hay pecado.
Al decir que también el principio de la restricción da sustento razonable a la creencia en el infierno estamos diciendo que, como sucede en este mundo temporal, el delito y el crimen se detienen en alguna medida debido a que hay castigos por desobecer la ley. Es decir, la criminalidad está restringida o frenada debido a que los delicuentes saben que hay un castigo por desobedecer las leyes. Así creemos que en el mundo espiritual, quitar todo castigo a la desobediencia es abrir las puertas a la maldad.
Un ejemplo de este argumento que aquí comento es lo que escribe Gabriel Zaid en el sitio Web de Letras Libres, a propósito de la constante fuga de reos en los últimos meses en las cárceles mexicanas. El nos dice: “El poder disuasivo de la fuerza pública se vuelve ridículo si la cárcel no es en serio”. (Énfasis mío).
También el principio de las obligaciones debidas a la autoridad respalda la creencia en el infierno. En nuestro mundo sabemos que toda violación a la ley debe ser castigada. ¿Alguna vez ha sido usted defraudado? ¿Alguna vez alguien le ha robado? ¿En alguna ocasión alguien se pasó un semáforo poniendo en riesgo su vida y la de su familia? ¿Cree que esa persona merece ser multada? La ley nos dice que esa infracción debe ser castigada. ¿Pagó usted por algo y no recibió lo que le prometieron? ¿Llegó a casa y encontró la puerta abierta y aquél aparato electrónico que compró con tanto esfuerzo, había sido robado por alguien? ¿Considera que el ladrón debería quedar libre sin más ni más, o que debería ser sancionado? A esto nos referimos cuando decimos que el principio de las obligaciones debidas a la autoridad apoya la creencia en el infierno. Le debemos respeto y obediencia a la autoridad universal. Habrá una "multa" si infringimos sus leyes.
Por otro lado, hay un malentendido cuando alguien dice que Dios envía a las personas al infierno. Dios no envía a las personas al infierno, las personas eligen ese destino. El infierno fue establecido primordialmente para el diablo y sus ángeles (Mateo 25;41), no para el hombre. Dios no se complace en la muerte del pecador (Ezequiel 33;11), sino que desea que se arrepienta para que no se pierda (2 Pedro 3;9).
El infierno es en gran parte relacional. Es principalmente exclusión o separación de la presencia de Dios (2 Tesalonicenses 1;9). En este sentido debemos comprender que nuestro pecado ya nos separa de Dios aquí y ahora (Isaías 59;1-2) y si la muerte nos sorprende, ese estado de separación entre nosotros y Dios se prolongará más allá de esta vida. Una persona que (a pesar de todos los llamados e invitaciones de Dios a lo largo de toda su vida para reconciliarse con Él), decide vivir independiente de su Creador se verá satisfecha con ese deseo, pero eternamente. Dios respetará esa voluntad de vivir lejos de Su Presencia (de todo lo bueno, lo justo, lo puro, lo amable) por la eternidad. Acerca de este respeto que Dios tiene hacia las decisiones del hombre (así sea estar separado de Él por la eternidad), G.K. Chesterton dijo:
"El infierno es el gran cumplido de Dios a la...decisión humana".
Lo único que puede acercarnos a Dios es la fe que pongamos en el sacrificio que Jesús hizo por nosotros al recibir el castigo por nuestros pecados (Isaías 53;5). Ese estado de cercanía y unión con Dios se prolongará eternamente si vivimos para Él (1 Corintios 15;1-4). Para ello es necesario que nos arrepintamos, además de colocar nuestra confianza o fe en lo que Cristo hizo por nosotros en el Calvario (Marcos 1;15).
Otra idea muy común pero equivocada, es que todas las personas que decidan ir al infierno recibirán el mismo castigo. Esto es incorrecto. La Biblia es clara al mostrarnos que la sanción por las faltas a la ley moral universal, será de diferentes intensidades dependiendo de la gravedad de las faltas mismas y del conocimiento que se haya tenido de la voluntad de Dios (Mateo 11;21-23).
«No trataré de probar que la doctrina es tolerable. No nos equivoquemos; no es tolerable. Pero creo que se puede mostrar que la doctrina es moral,...». C.S. Lewis.
Para leer el excelente ensayo acerca de este tema, vayan a la página 120 del libro, pulsando sobre este título: "El problema del dolor" del mismo autor.
"Creer es también pensar"
Saludos.
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