jueves, 1 de abril de 2010

¿Qué pensaba Jesús de su propia muerte?

Hola. Bienvenidos. Hoy se celebra, tradicionalmente, la última cena de Jesús con sus discípulos. Importantísimo acto previo a su entrega por parte de Judas, su prendimiento por las autoridades judías, y posterior entrega al poder romano para su crucifixión y muerte.

Días atrás recordé que hace ya varios años, después de predicar en el programa de radio «Vida abundante» y comparar a Jesús con otros líderes religiosos (opriman aquí), recibí varios correos electrónicos de un radioescucha, el señor V.S.

Entre las muchas e interesantes preguntas que nos hacía, se encontraron los comentarios que comparto con ustedes a continuación (editados, por cuestión de espacio). Se centran en el significado que Jesús le dio a su propia muerte -a propósito de semana santa-, ya que esta era una cuestión que nuestro (aún hoy) buen amigo, tocó en aquella ocasión (opriman sobre las citas bíblicas para leerlas completas).
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From: V.S.
Date: Fri, 03 Dec 2004 13:35:34 -0800
To: ENRIQUE CHAVEZ
Subject: "El cristal con que se mire"

[…]Aclarado que debemos empezar por ahí, ahora vayamos al corazón de tu programa de ayer[…] He leído la Biblia mucho menos que tu, y no recuerdo que haya frase de los 4 evangelistas que diga TEXTUALMENTE que Jesús haya dicho: «Por mi muerte serán salvados los pecados del hombre». Insisto, algo textual,[…]

To: V.S.
Subject: FW: "El cristal con que se mire"
Date: Mon, 6 Dec 2004 15:02:28 -0800

Bueno, V., ¡aquí vamos! (antes que nada, gracias por tu comunicación).

Salvación básicamente es «liberación». Liberación de las culpas del pecado, liberación del poder del pecado y liberación (en un futuro) de la presencia del pecado. Como podrás observar, la salvación a la que nos hemos referido, tiene tres tiempos: pasado, presente y futuro. Te recomiendo las lecturas para estos tres estadios: Romanos 8;24, 1 Corintios 15;2 y Romanos 5;9,10. Así que, cuando me refiero a este concepto, no estoy hablando de esperar a morirme, sino de un perdón presente, y una victoria sobre el poder del pecado que antes dominaba.

[…]Bien, hay que leer los siguientes pasajes respecto al significado redentor que el mismo Jesucristo le dio a su muerte: Juan 6;51, 54, 58. Mateo 20;28, Marcos 10;45, Lucas 24;44 al 47, y algunos otros […]

From: V.S.
Sent: Tuesday, December 07, 2004 10:32 AM
To: ENRIQUE CHAVEZ
Subject: RE: FW: "El cristal con que se mire"

Hola Enrique:

Te saludo desde la casa del cimarrón (Universidad Autónoma de Bajacalifornia), gracias por tu respuesta. De las mismas (la #1 en especial) que me das, las citas que señalas del apóstol Pablo (Romanos 8;24, 1 Corintios 15;2 y Romanos 5;9,10): me llama la atención que para hablar de salvación lo citen a él, quien como te he comentado merece un buen agarrón, y esto no dicho por mi, sino por grandes filósofos, gentes mas instruidas que yo. Si con ese mismo énfasis hablara Juan, quien es el mas místico de los 4 evangelistas, créeme que serían más válidas las referencias de la salvación, como la entienden ustedes[…]

From: Enrique Chávez
Sent: Tuesday, December 07, 2004 2:33 PM
To: V.S.
Subject: RE: FW: "El cristal con que se mire"

Hola V., te saludo cordialmente.

Espero que no caigamos en el juego de la esgrima otra vez (aunque me gusta afilar mi acero y creo que a ti también).

¿Ya leíste las citas que te envié sobre el concepto que Jesús atribuía a su muerte? (Juan 6;51,54,58. Mateo 20;28, Marcos 10;45, Lucas 24;44 al 47). Recuerda que esto (y varias otras cosas) lo separan del resto de los maestros religiosos y lo pone en una categoría aparte de los «iluminados».

From: V.S.
Date: Thu, 09 Dec 2004 16:47:46 -0800
To: ENRIQUE CHAVEZ
Subject: "El cristal con que se mire"(2)

Hola Enrique. Le seguimos al juego del esgrima...

He leído las citas que dices y te tengo la mala noticia de que no dicen como te dije en mi primera carta (TEXTUALMENTE): «(de los labios de Jesús, y no de la de los apóstoles a través de las epístolas) “Yo moriré por la salvación de los pecados del hombre”». En honor a la verdad, la única referencia que solamente se acerca algo, es Mateo 20;28, pero con la observación de que dice que «El servirá dando su vida». Dar la vida no necesariamente (lo dejo abierto a la posibilidad de interpretación) implica la manera y por qué vas a morir. Es decir, yo, V., trabajo dando mi vida por mantener a mis hijos y a mí mismo, pero esto no quiere decir que me voy a morir defendiéndolos a ellos, ¿comprendes? Por otro lado no se especifica el por qué del rescate y los «muchos» no están especificados como pecadores…

From: Enrique Chávez
Sent: Monday, December 20, 2004 12:59 PM
To: V.S.
Subject: "El cristal con que se mire"

Hola V., seguimos:

Al parecer no has leído cuidadosamente los pasajes. En Mateo 20;28 y Marcos 10;45 aparece la palabra «rescate». Esto hace referencia a la liberación de un esclavo a través de un pago. Espero que no estés leyendo un libro sagrado redactado en oriente en el siglo I, con una óptica occidental del s.XXI, ya que te llaman tanto la atención las cosas de oriente.

Ahora, la palabra «en [rescate]», es en griego «anti» que quiere decir «en lugar de». Es decir, el carácter de la entrega de Jesús es sustitutiva, y hace referencia al mercado de esclavos de la Roma del primer siglo. Por otro lado, ¿qué me dices de los pasajes del evangelio según San Juan capítulo 6;48-58? Ve especialmente los versículos 35 y 63 en donde se explica el sentido espiritual de las palabras de Jesús (donde «comer su carne» significa ir a Él, y «beber su sangre» significa creer en Él).

Lee Juan 10;10-11 y 14-18 (se habla de poner la vida y retomarla, es decir, su muerte [y resurrección]). En Juan 8;31-36 (aparece la imagen del esclavo [el pecador] que es liberado por el hijo a través de un pago).

Juan 19;30 usa «consumado» («tetélestai» en griego) al morir, y hace alusión al acto de cancelar un pagaré adquirido por una deuda, y significa: «Nada queda ya por pagar».

Ahora bien, en Mateo 26;28, Marcos 14;24, Lucas 22;15-20 Jesús habla de derramar su sangre por los pecados e inaugura un nuevo pacto con ella. Aquí está mas claro[…] Ahora, compáralos con Éxodo 24;3-8 y Levítico 5;8-9, en donde se instituyó el Antiguo Testamento (o mejor dicho, Pacto) con sangre. Considera también 1 Corintios 5;7 (Jesús es el cordero pascual sacrificado para la liberación de los esclavos). Ve también Juan 1;29 comparándolo con 1 Timoteo 2;6.

V., es claro el significado que Jesús dio a su muerte. Es sacrificial y en favor nuestro, tuyo también. Lo que hicieron posteriormente los apóstoles fue dar continuidad y predicar lo que El enseñó, no inventarlo.
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Recuerden: Creer es también pensar.

Saludos.

sábado, 27 de febrero de 2010

En busca de una historia de amor


«Nosotros ponemos la boda y tú pones la historia de amor. Nosotros ponemos la boda, lo demás es tu bronca. Cásate con Martha Debayle en W». Estaba atareado en mi escritorio, cuando escuché estas palabras a través del aparato receptor sintonizado en la oficina. Y no fueron solo estas palabras las que me llamaron la atención, sino las que siguieron.

Resulta que W Radio a través del programa de Martha Debayle –que se transmite por internet de Lunes a Viernes en mi país, y que tiene una gran audiencia también en Estados Unidos y Sudamérica-, están ofreciendo el anillo y vestido de novia, la ceremonia y cena nupcial en un elegantísimo y fino restaurante, la estancia en un hotel de lujo y varias cosas más. Todo ello a cambio de una extraordinaria (pero extraordinaria) historia de amor. ¡Wow, qué gran oportunidad para quienes desean ahorrarse todos los gastos de su enlace matrimonial!

Bien. Ese día que llamó mi atención dicho concurso, había ya cerca de 800 historias de amor que los participantes habían subido al sitio Web de la W. De este número de relatos que habían llegado, se leyeron al aire los que tenían mayor votación. Dos o tres de ellos. Pero sucede que ninguno de éstos fue del agrado de la titular del programa. Así que sus compañeros en cabina, intrigados porque ninguna narración le había gustado, le preguntaron: «¡Bueno, Martha! Para ti entonces,… ¿cuál sería una buena historia de amor?». Ella respondió: «Para mí, una de las más grandes historias de amor es la de…».
¿Quieren saber qué respondió ella? De acuerdo, opriman el reproductor mp3 a continuación. Su respuesta (2 minutos) me servirá como base para el comentario de hoy.



Seguro estoy que se percataron del doble énfasis que Martha Debayle hizo en la historia de amor que presentó. Básicamente recalcó: 1) la abdicación al trono de Inglaterra que Eduardo VIII hizo por amor, y 2) por amor a una mujer divorciada (Wallis Simpson).

«Una de la más grandes historias de amor es la de Wallis Simpson, que era una norteamericana divorciada de la cual se enamoró el que habría de ser rey de Inglaterra…». Este es el primer énfasis que hizo la conductora del programa. Enfatizo la palabra divorciada, ya que si bien es cierto que en nuestra sociedad actual el divorcio ya no es extraño ni objeto de estigma alguno, para la realeza de aquél tiempo (1936) era escandaloso que una mujer de tal estado civil y además plebeya, llegase a ser la reina de Inglaterra.

«¿Saben lo que es dejar… el trono de un reino…por amor? », dijo la conductora. Este fue el segundo énfasis. Sí, sucede que debido al rechazo que los reyes (padres de Eduardo), el parlamento inglés y la prensa tenían hacia Wallis, el ahora rey inglés decide renunciar al trono y a todos los privilegios y responsabilidades que ello implicaba. Se casa con su amada pese a todo y le es asignado solo el título de Duque de Windsor.

Si esta historia de amor sorprende a algunos, hay otra historia, de amor también, que tuvo lugar hace dos milenios. Sí, un historia muy parecida pero con implicaciones más profundas y alcances eternos. Es también la historia de un rey, pero no de un reino como el de Inglaterra (tan importante como pudiera ser o parecer). Sino de un soberano que tenía Su Reino sobre toda la tierra. Uno que es Rey sobre los reyes y es Señor sobre los señores. El Creador de todo cuanto existe. El Hacedor del universo, tan vasto como es. Con sus incontables galaxias, soles y planetas. El Orquestador asombrosamente inteligente que sintonizó el cosmos de manera tan delicada que fue posible la existencia de todo lo que rodea, maravilla y asombra nuestro ser. El Diseñador de este cerebro tan complejo (que funciona gracias a sus entre 100 y 500 millones de conexiones o sinapsis, que jamás podrá emular la computadora más sofisticada) y de nuestros ojos (con el cristalino que permite el enfoque de objetos a diferentes distancias, la pupila que regula la cantidad de luz que recibe la retina y que nunca podrán imitar las cámaras más complicadas hechas por la inteligencia humana).

El Autor de esta gran obra, El Eterno, dejó temporalmente Su trono de Gloria. “Abdicó”, por decirlo en términos de la historia de amor que da pie a estas líneas, su trono universal. En palabras del Apóstol:

[Cristo Jesús] quien, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de ser igual a Dios; sino que se vació de sí y tomó la condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres. Y mostrándose en figura humana se humilló,... (Filipenses 2;6-8a)

Notemos que Cristo, siendo Dios (eso significa tener “condición divina” y “ser igual a Dios”) se vació de Sí mismo. Eduardo VIII dejó el trono de Inglaterra. Ya era rey y abdicó. Sin embargo no tomó el carácter de plebeyo. Le fue dado el título de Duque de Windsor y conservó prerrogativas, privilegios de la realeza. Cristo “se hizo plebeyo”. Se hizo hombre, asumió la naturaleza humana siendo Dios. Estuvo sujeto a todas las limitaciones físicas a que estamos sujetos nosotros todos. Nació en el seno de una familia humilde, en el lugar propio de animales de carga y labor agrícola. Hijo de una joven de clase baja, criado por un carpintero por padre. Sin educación excepcional ni los privilegios de las clases acomodadas; mucho menos delicadezas de las familias reales. Al nacimiento del cual, el que se tenía por su padre aquí en la tierra, debió ofrecer en sacrificio dos tórtolas por la purificación ritual de su madre, ya que sus ingresos eran insuficientes para comprar un cordero. Así pues, presentaron la conocida como “ofrenda de los pobres”. No hubo sábanas de seda, ni atuendos de lino delicado, ni alfombras que acariciasen los pies de Aquél que dijo de sí Mismo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.» (Mateo 8:20). Sí, « …se vació de sí y tomó la condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres. Y mostrándose en figura humana se humilló,... »

Pero Dios en Cristo, no solo renunció a Su Gloria celestial para intervenir personalmente en la historia. Renunció también a Su Vida misma. Hizo más que “abdicar” (note el énfasis de Jesús en dar su vida):

Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y dar su vida… (Marcos 10:45)


Quiso El Señor destrozarlo (triturarlo) con padecimientos, y él ofreció su vida...(Isaías 53:10a)


El Padre me ama porque yo doy mi vida para volverla a recibir. Nadie me quita la vida, sino que yo la doy por mi propia voluntad. (Juan 10:17-18a)

Hasta aquí me he referido al segundo hincapié que Debayle hizo en su historia de amor, como una pálida analogía de la “abdicación” de Dios. Ahora centrémonos en el primer acento que hace respecto a su narración: «¿Saben lo que es dejar… el trono de un reino…por amor?...[a] una norteamericana divorciada...».

He dicho ya que en la realeza, parlamento y prensa inglesas, hubo rechazo hacia la persona de Wallis Simpson no solo por ser divorciada, sino también por ser plebeya. Veamos ahora el motivo de Eduardo VIII y la condición civil y social de su amada. Un plebeyo es alguien perteneciente a la plebe. Significa en su raíz etimológica alguien que no es patricio o noble. Entonces aquí la amada no es social ni moralmente digna de que un rey se fije, y mucho menos se case con ella. Sin embargo, el amor motiva al rey a la renuncia al trono para unirse a su amor y elevarla socialmente, por lo menos, haciéndola duquesa de Windsor (como en realidad sucedió).

El motivo de Cristo fue también el amor. El amor hacia nosotros, indigna e inmoralmente “no aptos” para recibir su atención y sacrificio. Indignos e inmorales como nos describe con detalle el apóstol:

No se dejen engañar. Ustedes bien saben que los que hacen lo malo no participarán en el reino de Dios. Me refiero a los que tienen relaciones sexuales prohibidas, a los que adoran a los ídolos, a los que son infieles en el matrimonio, a los hombres que se comportan como mujeres, a los homosexuales, a los ladrones, a los que siempre quieren más de lo que tienen, a los borrachos, a los que hablan mal de los demás, y a los tramposos. Ninguno de ellos participará del reino de Dios. Y algunos de ustedes eran así. Pero Dios les perdonó esos pecados, los limpió y los hizo parte de su pueblo. Todo esto fue posible por el poder del Señor Jesucristo y del Espíritu de nuestro Dios. (1 Corintios 6:9-11)


Pero Dios prueba que nos ama, en que, cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. (Romanos 5:8)


Pero Dios es tan misericordioso y nos amó con un amor tan grande, que nos dio vida juntamente con Cristo cuando todavía estábamos muertos a causa de nuestros pecados…(Efesios 2:4-5)


...el hijo de Dios, que me amó y se entregó a la muerte por mí. (Gálatas 2:20)


Amable lector, sigue siendo para mí motivo de asombro el que Dios, siendo Puro y Santo, se haya fijado en nosotros al grado de tomar nuestro lugar en la cruz con el objeto de lavarnos completamente de nuestras culpas. Y en adición a ello cambiar nuestro interior para que le busquemos de corazón. Si busca usted una gran y extraordinaria (pero extraordinaria) historia de amor, creo que no hay una más grande que esta. Una en la que el Rey “abdica” Su trono y se inclina a nosotros “plebeyos” para levantarnos de nuestra miseria y darnos un lugar junto a Él en la eternidad. ¿Querrá usted creer y aceptar lo que hizo El Rey por usted? Si desea saber cómo acercarse a Dios, oprima aquí.

Recuerden: “Creer es también pensar”.

domingo, 24 de enero de 2010

¿La historia la escriben los vencedores?


¿Puede usted imaginar a un grupo compuesto por un mormón, un judío mesiánico, un testigo de Jehová, un ateo y un cristiano evangélico desayunando juntos? ¿Puede usted imaginar el nivel de temperatura de una conversación de tal grupo, cuyo tema es la religión? Pues por difícil que pueda parecer reunir a tal conjunto de personas con opiniones religiosas tan dispares, en un tiempo fue posible. De hecho yo formé parte de dicho conjunto tan singular, representando la parte del cristianismo evangélico.

En una ocasión que tocábamos el tema de la autoridad de nuestros particulares libros sagrados (el libro de Mormón, la Torá, la traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras, la Biblia versión Reina-Valera y para el ateo pues,... ninguno), se suscitó el siguiente comentario: "La historia la escriben los vencedores". Este provenía, por supuesto, de la parte atea y el sentido de dichas palabras era: ¿cómo puedes confiar en el relato o libro escrito por un grupo de personas, cuyas ideas religiosas prevalecieron por encima de las demás una vez ganada la guerra? ¿No te parecería dicho relato manipulado por la parte vencedora?

"La historia la escriben los vencedores" es una frase muy popular y se utiliza para dar a entender que, en nuestro caso, la Biblia ha sido manipulada por un grupo victorioso en el ámbito militar y por ende, en el mundo de las ideas. Pero, ¿es esto así? En el caso del cristianismo, ¿está justificada? ¿la historia la escribieron los cristianos vencedores? Pongamos a prueba esta afirmación.

El regalo más preciado que aún conservo de mi padre, es una colección de nueve tomos de Los Clásicos Grecolatinos (Platón, Virgilio, Séneca, Plutarco, Cicerón, Cornelio Tácito, Suetonio, Plinio, etc.). Me fue obsequiada por allá del año 1995. Me ha sido en muchas ocasiones de mucha utilidad, ya que en sus tomos encuentro -entre otras muchas cosas- las palabras de autores no cristianos que de manera incidental mencionan a Cristo y también a los cristianos de las primeras generaciones, así como su forma de vida y costumbres.



Bien. En el tomo dedicado a los historiadores griegos, encontramos la obra titulada Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides. Dicha obra cubre veinte de los veintisiete años que duró la guerra (431 a.C. a 404 a.C.), en la cual participó dicho autor griego, como comandante de una flota ateniense en la guerra contra Esparta. La guerra fue perdida por los griegos (entre los cuales se encontraba Tucídides) contra los espartanos. El autor mencionado es considerado aún hoy día como uno de los padres de la historiografía (ciencia histórica). Respecto a dicha obra, la Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2002. (1993-2001 Microsoft Corporation), nos dice:

...es una muestra indudable del alto valor historiográfico de los escritos de su autor, hábil mezcla de conocimientos directos —no en vano, participó en la contienda— y de investigaciones analizadas a la luz de profundas comparaciones documentales. Su método, en palabras del propio Tucídides, sirve para buscar la verdad y la exactitud, con el fin de que la historia tenga utilidad, aceptando la tradición oral sólo si es comprobada y haciendo especial énfasis en el correcto uso de la observación directa de los hechos, a la que añade lo que él denomina verosimilitud de los mismos.



Si bien es cierto que Grecia perdió la guerra, Tucídides, aunque vencido, escribió la historia de dicho conflicto con un muy alto nivel de objetividad, según la opinión de historiadores modernos. Así pues, la historia no es siempre escrita por los vencedores. De manera que una de las ideas implícitas en el cliché "La historia la escriben los vencedores", queda eliminada.

Ahora veamos la implicación de si el cristianismo obtuvo la victoria militar en el tiempo de la redacción de sus escritos sagrados, el Nuevo Testamento. Me permitiré ahora citar de la misma colección de clásicos grecolatinos, una obra titulada Anales del autor Cornelio Tácito. En el libro XV párrafo 44 leemos, con referencia al incendio de Roma en el año 64 de nuestra era aproximadamente, del cual fueron acusados los cristianos para desviar las sospechas de sobre la persona del emperador Nerón:

Y así Nerón, para divertir esta voz y descargarse dio por culpados de él, y comenzó a castigar con exquisitos géneros de tormentos, a unos hombres aborrecidos del vulgo por sus excesos, llamados comúnmente cristianos. El autor de este nombre fue Cristo, el cual, imperando Tiberio, había sido ajusticiado por orden de Poncio Pilatos, procurador de Judea [...] fueron, pues, castigados al principio los que profesaban públicamente esta religión, y después, por indicios de aquéllos, una multitud infinita, no tanto por el delito del incendio que se les imputaba, como por haberles convencido de general aborrecimiento al género humano. Se añadió a la justicia que se hizo de estos la burla y escarnio con que se les daba la muerte. A unos vestían de pellejos de fieras, para que de esta manera los despedazasen los perros; a otros ponían en cruces; a otros echaban sobre grandes rimeros de leña, a los cuales, en faltando el día, pegaban fuego para que, ardiendo con ellos, sirviesen de luminarias en las tinieblas de la noche.


¿Le parecen los cristianos descritos en este relato -proveniente de una fuente pagana, adversa a la iglesia y por ello mismo confiable-, un grupo vencedor militarmente? Por supuesto que no. La iglesia en sus inicios, mientras los escritos del Nuevo Testamento eran redactados, era un grupo que, si bien es cierto estaba en constante crecimiento (por el poder divino, el testimonio de vidas cambiadas, y varios factores socioculturales), no tenía milicia alguna. El cristianismo, una vez identificado como un grupo independiente del judaísmo, fue una religión proscrita, prohibida, digna de muerte. No poseían armas. Por lo menos no armas de este mundo. Leamos lo que dice San Pablo al respecto en 2 Corintios 10:4-5:

Las armas que usamos no son las del mundo, sino que son poder de Dios capaz de destruir fortalezas y toda altanería que pretenda impedir que se conozca a Dios. Todo pensamiento humano lo sometemos a Cristo, para que lo obedezca a él.


Veamos ahora esta otra fuente grecolatina, pagana, adversa al cristianismo también. Esta cita a continuación, proviene de Plinio el joven, gobernador de la provincia de Bitinia bajo el emperador Trajano. Escribió alrededor del año 111 d.C. lo siguiente:


...Nunca he asistido al proceso y sentencia de ningún cristiano... ¿deben ser castigados todos sin distinción de jóvenes y ancianos? ¿Debe perdonarse al que se arrepiente? ¿O es inútil renunciar al cristianismo una vez abrazado? ¿Es el nombre sólo lo que se castiga en ellos? ¿Qué crimenes están unidos a este nombre? He aquí las reglas que he seguido en las acusaciones presentadas ante mi contra los cristianos. A los que lo han confesado, les he interrogado por segunda y tercera vez, y les he amenazado con la tortura, y a ella les he enviado si han persistido. Porque, fuera de lo que hicieran y lo que confesasen, he creído que debía castigarse su desobediencia e invencible obstinación. Otros hay dominados por la misma locura, que he reservado para enviarlos a Roma, porque son ciudadanos romanos. Se ha propagado hace poco este delito, como sucede ordinariamente, se ha presentado bajo diferentes aspectos. Me han entregado una Memoria sin nombre de autor, en la que se acusa de ser cristianas a diferentes personas que niegan serlo y haberlo sido nunca. En presencia mía y según los términos que les he dictado, han invocado a los dioses y ofrecido incienso y vino a tu imagen, que había hecho llevar expresamente con las estatuas de nuestra divinidades, y hasta han lanzado maldiciones contra Cristo, a lo que, según dicen, no es posible obligar jamás a los que son verdaderamente cristianos [...] Decían que todo su error o falta se limitaba a estos puntos: que en determinado día se reunían antes de salir el sol y cantaban sucesivamente himnos en honor de Cristo, como si fuese Dios; que se obligaban bajo juramento, no para crímenes, sino a no cometer robo ni adulterio; a no faltar a la promesa, a no negar el depósito...


Podemos deducir muchísimas cosas de los primeros cristianos a partir del texto anterior. Pero sólo reiteraré que el cristianismo era un delito, una religión prohibida por el gobierno romano. De hecho el serlo implicaba persecución, tortura y muerte de la forma más horrenda. Derivado de ello sólo pasaban a formar parte de la iglesia los que estaban verdaderamente convencidos y convertidos. Entregados en cuerpo y alma a Cristo. Por ello la iglesia gozaba de un alto grado de pureza moral, de santidad. La ética de los primeros cristianos era de lo más elevada. La mentira era un pecado. La segunda idea implícita en el cliché "La historia la escriben los vencedores" se derrumba con estos argumentos.



He presentado solamente un par de referencias paganas (Anales de Tácito y Carta XCVII de Plinio) con relación a la situación del cristianismo en el primer siglo, mientras sus escritos sagrados estaban siendo redactados e inmediatamente después de esto. Estas son evidencias externas de la vida de la iglesia. Ahora vamos a pasar a considerar algunos pasajes del Nuevo Testamento que fueron escritos durante estos periodos de persecución hacia los cristianos, tanto por la parte del pueblo judío como por la parte del gobierno romano. Esto reforzará la conclusión a la que hemos llegado:

Ustedes tuvieron compasión de los que estaban en la cárcel, y hasta con alegría se dejaron quitar lo que poseían, sabiendo que en el cielo tienen algo que es mucho mejor y que permanece para siempre. (Hebreos 10:34)



Es cierto que todos los que quieren llevar una vida piadosa en unión con Cristo Jesús sufrirán persecución; (2 Timoteo 3:12)



Queridos hermanos en Cristo, no se sorprendan de tener que afrontar problemas que ponen a prueba su confianza en Dios. Eso no es nada extraño. Al contrario, alégrense de poder sufrir como Cristo sufrió, para que también se alegren cuando Cristo regrese y muestre su gloria y su poder. Si alguien los insulta por confiar en Cristo, consideren ese insulto como una bendición de Dios. Eso significa que el maravilloso Espíritu de Dios está siempre con ustedes. Si alguno de ustedes sufre, que no sea por ser asesino, ladrón o bandido, ni por meterse en asuntos ajenos. Si alguno sufre por ser cristiano, no debe sentir vergüenza, sino darle gracias a Dios por ser cristiano. (1 Pedro 4:12-16)




La iglesia cristiana, nos dicen los historiadores, no dejó de ser perseguida tanto por la población pagana como por el gobierno romano, hasta la primera mitad del siglo cuarto de nuestra era. Para entonces, los escritos del Nuevo Testamento tenían más de doscientos años de haberse redactado y ya circulaban por todo el imperio. El Nuevo Testamento es confiable (para más evidencias de esto opriman aquí). Este nos narra el nuevo pacto que ha hecho Dios con la humanidad, el cual ha sellado con la sangre de Jesucristo. En él se nos pide arrepentirnos y confiar únicamente en los méritos de Jesús y en su sangre derramada en la Cruz para limpiarnos de todos nuestros pecados. Amable lector, le invito a que confíe y se entregue al Salvador que este documento digno de confianza nos presenta. Para saber cómo acercarse a Dios, oprima aquí.

¿Qué le parece? Después de considerar la evidencia, ¿cree usted que la frase tan difundida "La historia la escriben los vencedores" puede aplicarse a los escritos a cristianos?

Recuerden: Creer es también pensar.

sábado, 9 de enero de 2010

Sobre los milagros



"Con frecuencia, la gente nos pregunta hoy en día si sería posible un cristianismo desprovisto...o 'liberado' de sus elementos milagrosos,...A mi modo de ver, la única religión del mundo...que no admite esa posibilidad es el cristianismo". C.S. Lewis (ex ateo).

Hace algunas semanas salí con mis hijos varones a un centro de diversiones ubicado en una popular plaza comercial aquí en la ciudad. Mientras los niños brincaban en un inflable enorme con forma de avión militar, y debido a que no podía entrar a hacer lo mismo con ellos, me entretuve jugando billar. La mesa estaba colocada frente al inflable donde mis hijos se divertían, así que tuve la oportunidad de, a la vez que los cuidaba, recordar las habilidades practicadas en mis tiempos de secundaria y preparatoria (mientras el resto de mis condiscípulos tomaba clases en la escuela). Mientras golpeaba una bola y otra para tratar de hacerlas entrar en las buchacas, decidí elaborar este post acerca de los milagros. "Pero, -pensarán ustedes-, ¿qué tiene que ver el billar con los milagros?". Lo veremos más adelante.

Soy cristiano. Creo en los milagros. Los he visto, experimentado. Quizá no con tanta frecuencia como desearía, pero a través de dos décadas me he topado de vez en vez con lo portentoso. Nada menos, hace unos pocos domingos, en una parte de nuestra reunión masiva hicimos oración a favor de los enfermos. Al terminar el evento pudimos ver a un pequeñito caminar -es verdad, de la mano de su madre- con regular seguridad. Este niño de aproximadamente unos cuatro años de edad, hasta antes de esa oración no se levantaba de su carreola debido a una enfermedad que le debilitaba y encorvaba las piernas. Minutos después, lo vimos flexionarlas rítmicamente al compás de los cantos de gratitud dirigidos a Dios por el grupo musical.

Me llama la atención el relato del evangelio de Juan respecto a Tomás, el apóstol. Cuando Jesús resucita, se aparece a todos los discípulos excepto a él. Cuando Tomás se reúne con sus compañeros, éstos le dan testimonio acerca del milagro, de la resurrección de Jesús. Sin embargo, nos dice el Nuevo Testamento, no recibe el testimonio de sus compañeros sino que solicita evidencia... ¿cómo podemos llamarla? ¿empírica? El caso es que el escéptico expresa: "...Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo podré creer." (Juan 20:25). Es sorprendente ver que Jesús, si bien es cierto que le llama la atención, accede a brindarle al dubitativo apóstol las evidencias que solicitaba.

Cuando leemos los diversos relatos de la resurrección en los distintos evangelios, notamos que la gran mayoría de los discípulos fueron escépticos en primera instancia al testimonio de otros - aunque estos otros hayan sido amigos muy cercanos y confiables- acerca de este gran milagro de Nuestro Señor. Hubo necesidad de apariciones personales del Jesús resucitado, para confirmar las narraciones testimoniales. El evangelio de Marcos 16;10-11 nos dice: "Ella [María Magdalena] fue y avisó a los que habían andado con Jesús, que estaban tristes y llorando. Estos, al oír que Jesús vivía y que ella lo había visto, no lo creyeron". (Corchetes y énfasis añadidos).

No sé cómo habríamos reaccionado usted y yo de haber estado en el lugar de estos discípulos que anduvieron con Jesús, escucharon de El la profecía acerca de Su resurrección y además escucharon el testimonio de labios de María Magdalena y no creyeron. Quizá usted estaría en una altura espiritual más elevada que ellos y no habría necesitado de evidencia adicional. Sencillamente le hubiese creído a María y a otros. Respecto mí, creo, hubiese actuado igual que ellos. En el versículo 13 del mismo capítulo que estoy citando, leemos: "Estos [los hombres dudosos del versículo 11, una vez que Jesús les hubo aparecido] fueron y avisaron a los demás; pero tampoco a ellos les creyeron". (Corchetes añadidos).

No publico este post para aquellos que hubiesen creído sólo por el testimonio. Lo dedico a aquellos que cual Tomás y algunos otros, requieren de evidencia adicional a la información testimonial. San Juan apóstol escribió: "Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida...eso les anunciamos". (1 Juan 1:1-3). Me hago eco pues hoy nuevamente, de las palabras de C.S. Lewis: "No pretendo atenuar el caráter milagroso de los milagros,...procuro dar respuesta a quienes los consideran arbitrarios, teatrales, indignos de Dios o violaciones sin sentido del orden natural".



Para nuestros amigos e invitados que sólo requieren del testimonio - bienaventurados ellos, de acuerdo a Jesús en Juan 20;29- proporciono en un post futuro una grabación acerca de este precioso tema de los milagros.

Bien. Respecto a este asunto surgen varias preguntas. Por ejemplo, ¿qué es un milagro? Filósofos como Baruc Spinoza, David Hume y Anthony Flew, han definido el milagro como una violación de las leyes naturales. Pero, ¿es esta una definición correcta? También surge la pregunta de si los milagros contradicen la ciencia o pueden demostrarse científicamente (hay personas que creen que si algo no puede ser demostrado científicamente, no es cierto. Me pregunto si pueden demostrar científicamente la existencia de Benito Juárez o Miguel Hidalgo, por ejemplo). Otras interrogantes relacionadas con el tema son, si los cristianos contamos con buenas razones para creer en los milagros y qué significado tienen éstos en la creencia cristiana.

Con objeto de procurar responder a estas preguntas, pongo a disposición de ustedes la siguiente entrevista en audio, en mp3 (en ella explico la relación con el billar).



Recuerden: "Creer es también pensar".

lunes, 28 de diciembre de 2009

Año nuevo, vida nueva


Hola, bienvenidos. Hoy por la mañana mientras me preparaba para ir al trabajo, estaba viendo la sección dirigida por Nicolás Alvarado Primero Cultura en el noticiario Primero Noticias. En ella nos invitaba a ver una de tres películas (o todas) que, en su opinión, bien pudieran inspirar nuestros propósitos y metas que para el año nuevo estemos ya diseñando. Estas son: Una historia violenta (2005), de David Cronenberg (New Line); Seconds (1966), de John Frankenheimer (Paramount); El día de la marmota (1993), de Harold Ramis (Sony).

Una de las cintas narra, nos decía Nicolás, la historia de un gatillero que deseando cambiar de vida cambia su nombre, lugar de residencia y profesión. Procura dedicarse de ahí en adelante a atender un negocio de comida. Sin embargo, su pasado lo persigue en la figura de un antiguo enemigo que le busca hasta encontrarle y le obliga a desplegar nuevamente sus habilidades homicidas, para sorpresa de todos sus clientes en el pequeño restaurante de su propiedad.

El segundo filme narra la historia de otro hombre que desea también cambiar de modo de vivir. Pero él no solo cambia su nombre, residencia y profesión. Cambia también de rostro.

La tercera película nos presenta la historia de un hombre que a diario vuelve a vivir la historia del día de ayer. Vez tras vez, este hombre se despierta viviendo nuevamente el día anterior y por supuesto, sabe ya qué evento sigue a cada cual en el transcurso de las horas. Resulta interesante ver, decía Nicolás, cómo este individuo primero se aprovecha para benificio personal del "conocimiento" que tiene sobre el decurso del día. Pero después considera la posibilidad de usarlo para tratar de enmendar sus errores.

Bien. El fin de un año e inicio de otro siempre nos inspiran al análisis y a los buenos propósitos. Es casi seguro que ustedes que leen estas líneas, ya hayan estado meditando en los aciertos y fallos que tuvieron en este año que termina; en aquellas cosas que pudieron (pudimos) hacer de una mejor manera.

¿Qué necesitamos para cumplir los buenos propósitos para este año que se avecina; para hacer mejor las cosas esta vez? ¿necesitamos acaso un nuevo nombre? ¿quizá una nueva ciudad donde vivir, o bien un nuevo rostro o un mismo día que se repita interminablemente hasta que logremos realizar de una mejor forma las cosas? No lo creo. Considero que lo que requerimos es...un nuevo corazón. Si nos mudáramos de ciudad, cambiáramos de nombre y profesión, o si fuera posible, gozáramos de un renovado mismo día cada vez, estoy seguro que, tarde o temprano, haríamos las cosas igual que como las hemos hecho en el pasado. ¿Por qué tanto pesimismo (dirán)? Bueno, es que si modificamos todas esas cosas, pero no cambiamos nuestras inclinaciones más profundas, nuestra forma de pensar, de sentir; nuestros objetivos y prioridades, nuestras metas y visiones; nuestra (en una palabra) personalidad toda, repetiremos a fin de cuentas los mismos fallos. Se requiere, creo, un cambio más profundo que uno de rostro (o apariencia), profesión o domicilio para hacer las cosas mejor esta vez. Se requiere un cambio de corazón. Un corazón nuevo. Una nueva personalidad. Una nueva vida, vida de lo alto.

Pero, ¿es posible? Sí, es posible. Es precisamente de eso de lo que se trata el cristianismo. De un cambio tan grande realizado por el poder de Dios, por el encuentro de nuestro espíritu con el Espíritu divino, que se considera a la persona transformada de tal manera por el amor y perdón celestiales como "una nueva criatura" en Cristo (2 Corintios 5;17-19).

Les invito respetuosamente a escuchar el mensaje en mp3: "La necesidad de un nuevo corazón", esperando les sea útil para este nuevo año. Solo opriman en el reproductor a continuación.



"Creer es también pensar".

Con aprecio, Enrique.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Qué es ser cristiano


-Hola hitleriano, ¿cómo estás?
-¿Perdón? ¿cómo dices?
-Ho-la hi-tle-ria-no, ¿có-mo es-tás?
-¿Hitleriano, dices?
-Sí, hitleriano. Dime una cosa...
-¿Qué cosa?
-¿Crees en Hitler?
-¿Que si creo en Hitler?
-¡Sí, eso mismo! ¿Crees en Hitler?
-Si te refieres a que conozco o sé que hubo un hombre llamado Adolfo Hitler, político alemán de origen austriaco, uno de los dictadores más poderosos del siglo XX y que llevó a Alemania, entre otros países a la segunda guerra mundial, entonces la respuesta es...sí.
-¿Lo ves? Entonces puedo llamarte hitleriano.
-¡Un momento! me parece que si lo que quieres decir por hitleriano es que comparto la visión del mundo que Hitler tuvo, es decir, que solo hay una raza superior que debe dominar a las demás y que gente que él consideraba "inferior" como la judía, debiera ser exterminada, entonces...¡nada tengo que ver con Hitler! Ni pienso como Hitler, ni tengo sus ideales, ni comparto sus métodos., ni...¡nada de nada! Por lo tanto, no me llames así. ¡Y menos delante de mis amigos Jacob ben Yeshua e Isaac ben Salomón, por favor!

Tan absurdo como pudiera a usted parecerle el diálogo anterior y el uso que en él se hace del adjetivo hitleriano, no debiera sorprenderle que algo similar suceda hoy día, pero no con el adjetivo hitleriano, sino con el adjetivo cristiano. Hay personas que se consideran cristianas por el sencillo hecho de que saben o conocen que en el siglo I hubo un hombre llamado Jesús, nacido en Belén aproximadamente en el año 8 antes de nuestra era, a quien se le aplicó el título Cristo (ungido), y es considerado por la tercera parte de la población mundial como Dios encarnado. O bien se consideran cristianas por no ser, digamos, musulmanes, budistas o hinduistas. Sin embargo, de la misma manera que es absurdo llamarle hitleriano a alguien por el sencillo hecho de conocer ciertos datos históricos sobre Hitler, debiera ser absurdo llamarle cristiano a alguien que conoce unos cuantos datos históricos sobre Jesucristo. Si el sentido común nos dice que no debe llamársele hitleriana a una persona que no comparte ni los ideales, ni la filosofía, ni las metas, ni la forma de vida o conducta de Hitler, ¿cómo pues puede llamársele cristiano a alguien que no comparte ni los ideales, ni la filosofía, ni las metas, ni la forma de vida o conducta de Jesucristo?

A muchos de los que me hacen favor de leer estas líneas les sorprendería saber que San Pablo enseñó que los cristianos (los que son de Cristo) han renunciado a conductas tales como la inmoralidad sexual, el ocultismo, la violencia, la embriaguez, entre otras muchas cosas.

Por favor, considere las palabras del apóstol:

Todo el mundo conoce la conducta de los que obedecen a sus malos deseos: No son fieles en el matrimonio, tienen relaciones sexuales prohibidas, muchos vicios y malos pensamientos. Adoran a dioses falsos, practican la brujería y odian a los demás. Se pelean unos con otros, son celosos y se enojan por todo. Son egoístas, discuten y causan divisiones. Son envidiosos, y hasta matan; se emborrachan, y en sus fiestas hacen locuras y muchas cosas malas. Les advierto, como ya lo había hecho antes, que los que hacen esto no formarán parte del reino de Dios. (Gálatas 5:19-21)

Pero enseguida dice de los cristianos:

Los que son de Cristo Jesús han crucificado la naturaleza pecaminosa, con sus pasiones y deseos. (Gálatas 5:24)
Además, en consonancia con Cristo, San Pablo enseñó que los cristianos (los que están unidos a Cristo) han experimentado un cambio tan radical en su conducta, propósitos, sentimientos, carácter, que son considerados nuevas criaturas:
Por lo tanto, el que está unido a Cristo es una nueva persona. Las cosas viejas pasaron; se convirtieron en algo nuevo.
(2 Corintios 5:17)
Veamos ahora lo que dijo Jesús a este respecto de ser una nueva persona:
No te extrañes de que te diga: 'Todos tienen que nacer de nuevo.' (Juan 3:7)
¿Va usted notando que el significado de la palabra cristiano es muy distinto del que popularmente se le ha dado?

¿Qué es ser cristiano? Esa es la pregunta que procuramos responder en el programa de radio "Vida abundante" hace algún tiempo. ¿Por qué no nos acompaña a escucharlo, oprimiendo a continuación el reproductor mp3? Nadie más apropiado que Jesús mismo y sus apóstoles, discípulos inmediatos, para decirnos qué es ser cristiano.

¿Está usted seguro de ser cristiano? ¿Por qué?



Este tema, en video breve también:



Recuerden: "Creer es también pensar".

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Jesús, el invitado especial


Hola, bienvenidos. Casi todos recordamos la ocasión en que Jesús transformó agua en vino. Aunque no tengamos en mente todos los detalles de este primera manifestación pública del Señor, por lo menos eso sí recordamos. Jesús ha sido invitado a una fiesta de bodas. Esto nos dice, entre otras cosas, que es inteligente invitarle también en los momentos de alegría y no solo cuando nos encontramos en apuros. Por regla general la gente cree que el invitar a Jesús es solo para aquellos que tienen problemas con alguna adicción y poseen una personalidad que la sociedad consideraría..."mala", pero que eso no es cosa para las personas "bien". Aquellas que no padecen el ser parte de un hogar disfuncional, ni experimentan escasez económica, etc. Pero nó. El tener a Jesús en nuestra vida como un invitado especial, es también para esas personas que se consideran "bien".

Pronto la pareja de recién casados de nuestra historia, se enfrenta a un problema que los convertiría en motivo de broma durante un buen tiempo (según las costumbres de la época del Nuevo Testamento). El vino para los comensales se había terminado. Afortunadamente Jesús, el invitado especial, se encontraba ahí para brindar ayuda a este matrimonio en aprietos.

Bien, de este pasaje del evangelio de Juan partimos para presentar el mensaje "Jesús, el invitado especial" este pasado Viernes 17 de Noviembre en el programa de radio "En frecuencia con Jesús". Les invito para que opriman el reproductor a continuación, y escuchen la grabación del mismo en mp3:




Recuerden: "Creer es también pensar".